POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Renuncio a entrar en el mediático drama impresentable, técnica y morbosamente presentado, del pequeño y desgraciado Julen, de cuyas maniobras de rescate se sabe y se debate todo, aunque a nadie se le ocurrió filtrarle un soplo de oxígeno y un chorro de agua por el pozo seco; digo que no quiero hablar de este muerto que dan por vivo, aunque pase un año sepultado, y sí del caso contrario, a un vivo que dan por muerto, que me relató Antonio Masip: en una de las veladas en Latores a la que lo convocaban Avelino Cadavieco y Rita Banciella, en presencia de Ramón Rubial y Puri Tomás, salió a cuento un consejo sumarísimo de la postguerra, celebrado en la Diputación, cuando el fiscal pidió pena de muerte para el condenado por el asesinato del cura de Morcín; resultó que el cura se encontraba entre el público y gritó: “¡Estoy vivo!”; sin embargo, su testimonio no bastó para que condenaran y ejecutaran al reo.
Fuente: https://www.lne.es/