POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
Es bien sabido que en muchos municipios, la salud pública era una preocupación constante para gobernantes y personal sanitario. No existían antiguamente redes de agua corriente en las casas y, como consecuencia, tampoco sistema de alcantarillado para su evacuación.
La precaria sanidad pública provocaba brotes epidémicos de incalculables pérdidas económicas y humanas. Con más frecuencia de la deseada aparecían trastornos gastrointestinales que desembocaban en epidemias de cólera y un índice de mortalidad muy elevado.
Es verdad que por acequias y brazales corrían el agua con un caudal apreciable y que, en un tanto por ciento elevado, las casas tenían un corral aledaño que, además de alojar ganado doméstico, “servía de evacuatorio de las personas que allí se alojaban”. Sin embargo, los niños y también los mayores, amparados en la oscuridad; o en la iluminación deficiente, evacuaban en las esquinas de las calles, e incluso, en las puertas de casas y corrales.
El malestar era general y las autoridades se sentían desbordadas a la hora de atajar tales desmanes. Las denuncias proliferaban y, ante la evidencia del problema, el Alcalde Gumersindo Cascales Carrillo, en sesión ordinaria del día 1 de agosto de 1929, propuso a la una comisión municipal, la construcción de un evacuatorio público, al final de la calle Binondo, en el camino de la huerta, sobre el brazal que corre paralelo al camino.
Al no existir presupuesto municipal para dichos menesteres, se propone la construcción con fondos suplidos por aportaciones populares. El alcalde Cascales Carrillo lo expone a la consideración de la comisión permanente, para que se valore el costo de dichas obras. Agradeciendo la disponibilidad de los uleanos, sugiere que se haga un esfuerzo económico y no se tenga que gravar a ningún vecino del pueblo.
En sesión ordinaria del día 12 de diciembre de 1929, por orden de la presidencia, se leyeron las cuentas que presenta el depositario municipal de los fondos del Ayuntamiento Francisco Moreno Sánchez, y los gastos que suponen la construcción de un evacuatorio público, en la cabecera del “brazal del algarrobo”, del pueblo.
Examinadas las cuentas y encontrándolas ajustadas a lo acordado en plenos y sesiones celebradas con anterioridad, se acuerda aprobar el proyecto, por unanimidad. Se da orden de ejecución inmediata, por el importe de 257 pesetas, pagaderas con cargo al capítulo I del vigente presupuesto municipal ordinario.
Con posterioridad, en sesión ordinaria, del día 16 de enero de 1930, el Alcalde manifiesta a la corporación municipal, el estado lamentable en que se encuentran las inmediaciones del Matadero Municipal, en donde se acumulan residuos en estado de descomposición, así como excretas de los vecinos cercanos a dicho paraje, con el consiguiente peligro de contaminación de las carnes, de las reses sacrificadas para consumo humano; además de los fuertes olores, de dichos residuos, cuando entran en descomposición.
Los miembros de la comisión, tras escuchar con atención al Alcalde, acuerdan que se construya otro evacuatorio similar al del brazal del algarrobo, con la mayor celeridad posible.
Como el importe del proyectado evacuatorio se adapta a las posibilidades económicas de la tesorería municipal, se acuerda, por unanimidad, acometer dicha obra, de inmediato, encargando de la vigilancia de las obras al Alguacil-portero de este Ayuntamiento Domingo Pérez López.