POR ANTONIO BOTÍAS SAUS, CRONISTA OFICIAL DE MURCIA
Hace apenas un siglo, el aceite murciano, sobre todo el cosechado en la zona de Torre Guil, en Sangonera la Verde, se consideraba como el más exquisito y cotizado de España. Pero aquella época dorada, como el sabroso néctar de las oliveras, ya no solo ha pasado al olvido, sino que hasta su memoria corre el riesgo de perderse. Sobre todo, por la imparable desaparición de árboles centenarios en toda la Región.
Este es el caso de las oliveras que son arrancadas de cuajo y vendidas como adornos para jardines, urbanizaciones, rotondas y campos de golf. Y un alto porcentaje de ellas no soporta el trasplante. Pero el negocio va en aumento a pesar de que cada vez quedan menos ejemplares.
Por este motivo, un grupo de profesores de la Universidad de Murcia (UMU), junto a otros intelectuales, se han propuesto dar a conocer las bondades del aceite murciano. Y también impulsar la protección de los olivos que, como señala el profesor y escritor José Buendía, ‘alma mater’ de esta iniciativa, «están a merced de los señores del mercado y la motosierra, que no saben de sabores perdidos. Unas veces arrancan las oliveras; y otras adulteran el aceite».
Cada olivo es apadrinado por uno de los componentes del grupo y se le adjudica un nombre. Entre ellos, Atenea, Generosa, Alborada, Airosa, Recatada, Alezeya, Galana o Licenciosa. Comprometidos con lo que denominan «cultura del aceite», proponen que se apruebe una normativa que proteja los viejos olivos, como ya existe en la Comunidad Valenciana, donde se ha decidido prohibir que se arranquen oliveras con más de 350 años o 6 metros de diámetro No ocurre lo mismo en la Región, que todavía permite su desarraigo y venta.
El profesor Buendía explica que «nuestro grupo, al que llamamos ‘Grupo de los Cuarenta’, porque éramos cuarenta profesores de la UMU los que nos reunimos por primera vez hace ya varios años, se caracteriza por su interés social». En la última reunión que celebraron superaron con creces ese número para degustar una cata de tres aceites, a la que asistió también el rector de la UMU, José Orihuela.
José Buendía considera que «hay mucho que proteger, y mucho de lo que disfrutar. Y la Universidad, como le manifesté al rector, tiene entre sus funciones dar a conocer los tesoros de la tierra. Él comparte con nosotros esta inquietud».
El grupo también anuncia que se reunirá con varias formaciones políticas para impulsar esta iniciativa, «que queremos que se acometa ya», y presentará en las próximas semanas a la UMU un ambicioso proyecto titulado ‘La Cultura del Aceite’ porque, como señala el profesor, «la visión de un árbol caído, abatido, resulta inquietante para la mirada humana. Una excavadora arrancando de raíz los olivos centenarios es, además de una barbaridad ecológica, una profunda humillación que se lleva todo por delante». Empezando por la memoria y el patrimonio histórico.