POR JOSÉ ANTONIO AGÚNDEZ, CRONISTA OFICIAL DE MALPARTIDA DE CÁCERES
El pasado viernes fui invitado en calidad de cronista oficial a participar en la inauguración de la exposición de fondos de la casa-comercio de Bernabé Morán que se muestra en el Centro de las Vías Pecuarias.
Lo hice con agrado, no obstante, conozco bien el material expuesto pues colaboré hace veinte años en su inventario. En los años 90, el ayuntamiento presidido por el alcalde Antonio Jiménez tuvo el acierto de adquirir el edificio situado en Plaza Mayor, nº 1, que había pertenecido a varias generaciones de la familia Morán.
El alcalde negoció con los herederos la compra no sólo del inmueble, sino también con ella de una buena parte del mobiliario, enseres y géneros que habían quedado en el comercio tras la muerte de su propietario Bernabé Morán Gutiérrez a principios de los sesenta y de la vivienda tras el óbito de Juana y Petra, sus últimas inquilinas.
Ello me llevó entonces a indagar en los orígenes de esta familia en Malpartida, descubriendo mil detalles de su arraigo en la localidad que conté en el artículo titulado «Los Serranos», publicado en el programa de fiestas de San Isidro de 1999. Y efectivamente, serranos eran y así le apodaron al primer Bernabé Morán que apareció por aquí en 1852 procedente de Oville, en las montañas de León.
Era entonces un zagalillo de apenas 14 años que venía sin más bienes de fortuna que la ropa que traía puesta, pero supo labrarse con esfuerzo, trabajo e inteligencia un interesante porvenir como comerciante en la localidad. Aquí casó con una hija de Frasco Díez, el constructor de la popular charca, y aquí puso un comercio, probablemente el mejor de su época, surtido de todo género de paños, pasamanería, cordelería y sombrerería, ropa y confección, zapatería, librería, bisutería, ferretería y cosas para el hogar, sin olvidar los coloniales y ultramarinos de la época -un hiper, vamos, donde había de todo-, además de un despacho de aguardiente mañanero que animó el cuerpo de no pocos jornaleros y obreros que esperaban cada día en la plaza su contratación por patrones y propietarios.
Y así, de este modo, Bernabé consiguió el Don, fue elegido concejal, intervino mucho para que el gobierno concediese a Malpartida su primera feria de ganados en 1888 y comenzó a adquirir casas y huertos que sus hijos y nietos, la mayoría de ellos dedicados a la misma industria, se encargaron de engrandecer y edificar.
Todavía hay tataranietos dedicados al oficio y algunos de ellos nos acompañaron en la inauguración. Los objetos y géneros que la exposición nos muestra -que es sólo un botón de lo mucho que hay- nos trasladan a otro tiempo, a otros modos de vida, a nuestras raíces.
Es una suerte que los malpartideños puedan contar con este patrimonio, que es de todos, por lo que es necesario que trabajemos tanto en su conservación como en su exhibición, conocimiento y disfrute. Felicidades al Ayuntamiento, a Carmen Domínguez y al centro de Vías Pecuarias por esta feliz iniciativa de desempolvar nuestra historia. Absolutamente recomendable su visita.