POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Colunga (Asturias), que es un precioso municipio entre mar y montaña, abrazo de piedra y beso de agua, celebró en estos días pasados una de sus ya tradicionales jornadas de «Mercau tradicional».
Exhibición, no siempre muy auténtica en su historia de asturianía, que en cierto modo pretende poner en contacto a la juventud de hoy con esa Asturias del ayer que poco a poco vamos olvidando.
Vestidos regionales, gaiteros y tamborileros, productos alimentarios típicos (embutidos, quesos, dulcería…), productos artesanales… En fin, un muestrario variopinto de «nuestres coses».
Y en esa «nuestra tradición» colunguesa, viene «lo de fuera».
Les cuento.
Recuerdo -hablo de mis tiempos de niño y de joven – cómo en épocas estivales y de otoño el concejo colungués era «visitado» por vendedores ambulantes que, con su carga de mercancías típicas de su región, buscaban ganar unos dinerillos.
Había vendedores manchegos ofreciendo quesos y miel («¡Miel de la Alcarria!, ¡Miel!», gritaban); vendedores levantinos con su oferta de cera (velas) para los difuntos y pimentón murciano para la matanza; vendedores extremeños pregonando quesos del Casar y de La Serena, embutidos y pimentón de La Vera, también con destino de matanza… Eran «gentes asiduas» que al correr de los años forjaron vínculos de amistad con los colungueses; lazos de cariño que aún perduran.
Pues héte aquí que en nuestro «Mercau Asturianu», quizá reviviendo historias pasadas, Extremadura hizo «acto de presencia».
Productos extremeños «El Bici» (de El Casar) y Pimentón «La Ristra» (de Jaraiz de la Vera), nos deleitaron con sus embutidos, sus quesos (torta del Casar), su pimentón dulce, agridulce y picante… Un servidor, ante tal galanura, se acordó del viejo cantar:
Una rosca y un bollo
están bailando;
y una onza de queso
está mirando.
¡Qué gracia fuera,
que un racimo de uvas
se apareciera!
Me decía un amigo: ¡Oye! ¿Qué hacer con la corteza de la torta del Casar una vez que se disfrutó de su crema interior?
Muy sencillo, le expliqué.
Preparas un pistín (ajo, cebolla, pimiento verde y rojo) y le sumas un picadillo, bien fritín, de pechuga de pollo.
Aparte, cortas unas rodajinas de berenjena y las pasas por la plancha.
Con estas rodajitas forras el fondo y las paredes interiores de la torta, rellenas con el pisto y horneas durante unos 10 minutos.
Conviene proteger el exterior de la corteza del queso con un molde de aro, que se quita al servir.
Y al degustar esta torta al horno recuerda los versos de Baltasar del Alcázar, poeta sevillano del siglo no sé cuántos:
Tres cosas me tienen preso
de amores el corazón:
la bella Inés, el jamón,
y BERENJENAS CON QUESO.