POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Se llama Santiago García Villa, su seudónimo es «Landrú», su profesión es la hostelería (experto en zumos) y su pasión es la poesía. Uno de sus poemarios, editado bajo el título «DESDE LA LUNA NUEVA», rezuma (y nunca mejor dicho) sentimiento, belleza, amor y nostalgias.
Espigo unos versos en su poema «Se me fue el sueño de viaje»:
«Llega la primavera…
Y en tus ojos he visto el anidar de golondrinas.
Ya no vive la tristeza en tu mirada…
Radiante ya se intuye la pupila.
¿Qué pócima ha curado tus nostalgias?
¿Qué mago dio a tus ojos chiribitas?
¿Qué sueño de ha hecho diosa del deseo?
——-
Quisiera de tu grama el hortelano.
Quisiera de tu sed ser agua clara.
Quisiera de tu río ser remanso…
Quisiera… Quisiera…
¡Cuántas cosas te contara!…”
Santiago, como les dije, tiene una zumería en Viesques (Cafetería Las Mestas – Gijón); elabora unos zumos soprendentes… y tiene muchos amigos, entre los que me cuento.
Y Santiago, mi hijo mediante, me acaba de regalar «unes fabines japoneses, llamadas AZUKI», que hoy preparé estofadines con cebolla, pimiento, ajo, zanahoria, aceite y un CHORICÍN DE CANGUES D´ONÍS, casero, bendito por la Santina de Covadonga.
Les cuento.
Las alubias AZUKI (Vigna angularis) tienen su cuna en el Himalaya; de ahí pasaron a China y Vietnam y desde aquí al Japón donde en la actualidad ocupan un segundo lugar entre las legumbres de a mayor consumo.
Son «fabines» de pequeño tamaño, con forma un pelín arriñonada, de color rojizo-vinoso con una banda blanca lateral.
Tras el clásico remojo en agua cuecen con facilidad y, son de sabor muy similar al de los «negritos».
Dicen los expertos en nutrición que son muy digestivas , hipoglucémicas y regeneradoras de la flora intestinal.
Leo en un libro de cocina japonesa que «les fabines AZUKI» se utilizan mucho en repostería como «relleno de tartas».
Para ello, una vez cocidas en agua con sal, se las hace puré y se mezclan con bastante azúcar y aromatiza con canela u otras especias al gusto.
Yo, como ya apunté, estofadines a «lo asturiano».
En una cazuela con agua puse les fabines (previo remojo) con cebolla picada en fino, un trozo de pimiento verde, un trozo de pimiento rojo, dos dientes de ajo, una zanahoria y un chorro de aceite.
Fue todo cociendo lentamente («fervollando») hasta que les fabes estaban bien cocidas. Sale al gusto y deje reposar al lado del fuego.
Las probé (aún no es hora de comer) y les aseguro que me encantaron.
Y es que como decía el general Yamamoto: ¡Hay que trabajar con alegría!
Bueno, en mi caso diremos que «cocinar».