POR MARTÍN SÁNCHEZ GONZÁLEZ, CRONISTA OFICIAL DE GETAFE (MADRID).
La noticia del fallecimiento del naturalista don Jesús Garzón nos ha pillado a todos un poco descolocados al conocerse su perdida en un día tan señalado como el dia de Nochebuena, cuando estábamos preparando y celebrando la Navidad, con las suntuosas comidas y la cena propia del dia.
Quiero dedicar esta crónica al ilustre «pastor de pastores» Jesús Garzón, conocido popularmente como «Suso» porque he sido un asiduo seguidor de su trayectoria profesional y humana, en su lucha para proteger el medio rural y natural así como la flora y la fauna de los ecosistemas de la dehesa extremeña, y porque además, comparto todas sus teorías y sus prácticas para la preservación del medio ambiente y natural.
Conocí a Jesús Garzón un día de primavera de 1974, en lo alto del Castillo de Monfragüe, Torrejón el Rubio, cuando se encontraba con un grupo de escolares explicándoles la grandeza del medio natural del entorno de Monfragüe y relatando algunas de las leyendas que se cuentan en la zona. Ese día contó la leyenda de «La Serrana de la Vera», con una escenificación como si estuviese ocurriendo en aquellos días.
Sus explicaciones y el tono didáctico que empleaba, me parecieron propias de un gran profesor y comunicador.
Ha sido precisamente el día de Nochebuena de 2023, el que Jesús Garzón nos abandonó para siempre.
Entre otros muchos reconocimientos, tenía el de «Mayoral de Prioro» y «Pastor Mayor de los Montes de Luna»
Jesús Garzón Heydt, el hombre que cada año llenaba Madrid y la Puerta del Sol con sus más de 2.000 ovejas (según fuentes acreditadas), nació en Sopeña de Cabuérniga, Cantabria, el 11 de marzo de 1946 y falleció a los 77 años de edad el 24 de diciembre de 2023, en cantabria.
Jesús no tenía pelos en la lengua para señalar el abandono de las vías pecuarias en Extremadura, Castilla y León.
«Suso» el de la trashumancia fue reconocido naturalista, político, activista, escritor y, ante todo pastor, dedicó gran parte de su vida a revitalizar las vías pecuarias ejerciendo esta actividad milenaria.
Fue colaborador del gran Félix Rodríguez de la Fuente y conocía muy bien León y su provincia como así queda patente con el proyecto «Fundación 2001» que lideró en los años 90, que después transformó en la «Asociación Trashumancia y Naturaleza».
Durante los años que ejerció la trashumancia «Suso», y la montaña oriental leonesa, fueron el destino veraniego, durante varios años del rebaño que hacía la trashumancia andando desde Extremadura a León.
«Suso» como era conocido popularmente, fue impulsor de la recuperación de la trashumancia a pie, para reivindicar el valor ambiental de esta actividad que es responsable de los paisajes de la Península Ibérica por el impacto de los rebaños en el «transporte» de biodiversidad desde tiempo inmemorial. Y consiguió que las ovejas tomaran el Paseo de la Castellana madrileña cada otoño para recordar que antes que la gran avenida urbana fue cañada real.
La trashumancia, decía Garzón en 1996 al «Diario de León», es una actividad que no tiene parangón en Europa. No existe, por encima de los Pirineos, una trashumancia que recorra los casi mil kilómetros que llegó a alcanzar en España. Ya entonces clamaba por la mejora de las condiciones de trabajo de los pastores, para dignificar esta profesión que ha caído en el olvido e incluso en el desprestigio social.
«La trashumancia va bien, excepto en Castilla y León que no ha movido un dedo en 25 años», declaraba al «Diario de León», en marzo de 2022, tras cumplir otra gesta: atravesar con un rebaño los campos Elíseos de París para reivindicar la trashumancia como Patrimonio Mundial Inmaterial de la UNESCO.
Su mensaje pervivirá en las generaciones que, al echar la vista atrás, reconocerán a «Suso» Garzón como una persona que se adelantó al tiempo del decrecimiento como solución a la crisis climática del planeta. Garzón lucho por la recuperación de la trashumancia, tras una larga trayectoria profesional y politica.
Fue director general de Medio Ambiente en Extremadura entre 1984 y 1987 y su gran dedicación por preservar el medio ambiente y recuperar entornos rurales totalmente deteriorados, se debe a la declaración del Parque Nacional de Monfragüe, que, como reconoce Ecologistas en Acción, se salvó de ser repoblado con eucaliptos.
Son muchos los medios de comunicación de toda España, hablados y escritos, los que recogen la noticia de su fallecimiento y resaltan los muchos premios y reconocimientos que obtuvo a lo largo de su dilatada carrera en defensa del medio ambiente y natural, de todas los lugares por los que transitó.
Recibió entre otros, el premio de «Europa Nostra» por su defensa de este parque extremeño y el de «cántabro de Oyambre».
Fue merecedor del premio a la Conservación de la Naturaleza de Cantabria y Castilla y León, el I Premio «Jane Godall» de la Conservación y Ética Medioambiental o el de la Fundación BBVA a la Conservación de la Biodiversidad.
Hoy, tras su marcha para siempre, las encinas, alcornoques, acebuches, jaras y cantuesos, tomillos y romeros, águilas, cigüeñas negras y buitres, del Parque Nacional de Monfragüe, estan tristes por la pérdida de un luchador incansable, Jesús Garzón, que con su trabajo e infatigable voluntad de hierro, logró que en los años setenta, nuestro Parque Nacional se convirtiera en el primer espacio protegido de Extremadura. Esta crónica es nuestro homenaje a su persona.
Logró, con su tesón y su lucha, que se dejaran de plantar eucaliptos y detener así el avance de la destrucción de una de las joyas mediterráneas de la península ibérica.
Una batalla titánica que logró frenar a pie de campo, trabajando arduamente con los propietarios de las fincas pero también en los despachos, lidiando con todo tipo de cargos de la administración pública.
Tú legado nos hará más fuertes para seguir luchando por defender la naturaleza, los ecosistemas y todo lo que ello representa.
La Extremadura profunda, Castilla y todos los que amamos nuestra tierra, tenemos una gran deuda con Jesús Garzón, un gran profesional, con un semblante sereno y de mirada profunda, que se adelantó en el tiempo a denunciar los desastres ecológicos, el deterioro del medio natural y los efectos del cambio climático, que ya son una realidad.
Extremadura, y todos los pueblos que forman parte del Parque Nacional de Monfragüe debemos todo a la persona cuyo trabajo y dedicación posibilitó que nuestros pueblos gocen de un valor ecologico y paisajístico, impensable en los años 60, y por ello, los ayuntamientos del ámbito del Parque Nacional, deben homenajearle y dedicarle alguna calle importante, una escultura, nombre de algún colegio, instituto, centros culturales etc.se lo debemos. En Torrejón e Rubio, según me ha confirmado el alcalde del lugar don Jonás Castellano, el conocido parque popular del quiosco, ya lleva su nombre, aunque es seguro que el Ayuntamiento estará preparando algún otro homenaje o reconocimiento.
«Suso» Garzón se fue con los «Pastores del Cielo». Los que vuelven cada Nochebuena a dar la buena nueva de una esperanza para el mundo.