POR JOSÉ ANTONIO AGÚNDEZ, CRONISTA OFICIAL DE MALPARTIDA DE CÁCERES
Con hondo pesar recibo la noticia a través de mi amiga Esperanza Gómez, de Coria, del reciente fallecimiento de María Generosa García Bernardo, «Gene», nuestra profesora de latín durante el bachillerato en el Instituto Medina Cauria,
Realmente, aunque todos los profesores dejan de una u otra manera huella en sus alumnos, Gene la dejó, profunda y de corazón, en todos los que tuvimos la suerte de tenerla. Era entonces muy joven, recién terminada su carrera, pero consiguió de todos nosotros un entusiasmo y una complicidad poco usuales en los jóvenes de esa edad.
Mirad si sería buena profesora que particularmente a mí me llevó de odiar el latín a amarlo profundamente, a dedicarme a su estudio con «generosidad» y al conocimiento de Roma con pasión, comprobando luego que en esta lengua y su cultura se sostienen los pilares de nuestra civilización. Eso lo llevé muy bien aprendido y me sirvió de mucho cuando me propuse iniciar mis estudios de Historia y Geografía.
Gene buscó siempre, además, el enriquecimiento personal de sus alumnos, su participación en la realidad del centro y su integración en iniciativas que permitiesen estrechar relaciones de conocimiento y amistad entre los propios alumnos y los profesores.
Y un campo abonado para ello fue el desarrollo de obras de teatro clásicas en las que invertimos horas de aprendizaje y ensayo, de compañerismo y confraternización, dirigidas por su diestra mano. En 1980, Gene y Virginia Bonmatí, la profesora de griego, se propusieron y lograron implicar a un nutrido grupo de estudiantes en el montaje de «Lisístrata», la entretenida comedia de Aristófanes, que hoy sigue tan en boga.
Y en 1981 llegó el turno de «Antígona», la extraordinaria tragedia de Sófocles en la que me cupo el honor de representar el papel del dictador Creonte, y que representamos, además de sobre las tablas de cauriense cine Montero, en los institutos El Brocense de Cáceres y el Gabriel y Galán de Plasencia.
Las enseñanzas y relaciones que entonces hicimos nunca, a pesar de los años, se olvidarán ni pasarán desapercibidas y a algunos aquella tablas nos servirían de mucho en un futuro.
Gene tuvo buena culpa de todo ello, por eso permanecerá siempre en nuestro recuerdo. Querida profesora, sit tibi terra levis. Siempre incondicional. José Antonio.