POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Ayer, ya en la noche «y sin embargo lloviendo» (¡qué disparate gracioso!), me puse a leer el Beatus ille , de Horacio, para convencerme del mucho latín que olvidé y así, de repente, recordé que fue el Marqués de Santillana (siglo XV) el primero que tradujo este poema horaciano al español ; poema que un siglo después fue imitado por el gran Fray Luis de León (siglo XVI) en su «A la vida retirada» cuyo comienzo era:
«¡Qué descansada vida
la que huye del mundanal ruido
y sigue la escondida
senda por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido…»
¡Coña!, me dije (porque en ocasiones soy mal hablado), si algo parecido a esto lo escribió el maliayés don José Caveda y Nava (1796-1882) en su poema «LA VIDA DE L´ALDEA».
¡Venga, a leer a don José!
Y en él, una vez más, volví a gozar con estos versos:
«…Cuando de la llabor con sustu y pena
fartu de trabayar, pero contentu,
volvio pa casa a esmorullar la cena,
aunque con bones ganes, non famientu,
nin la conduta propia nin la ayena
vienen entós a dame sentimientu;
siéntome xuntu al fueu, y la reciella
axúntase al olor de la escudiella.
Llevántase en el llar la fogarada
que fay la lleña seca de carbayu;
afumen LES FARIÑES, currucada
Tuxa col cuyarón cabu el mio tayu,
reparte a cada cual la so platada,
y mirándome en tientes y al soslayu
convídame dempués cola cuayada;
doy a los neñps,como lo que quiero
y a Dios que me lo dio, rezo primero…»
Fariñes, farrapes, pulientes, papas… Así denominamos en Asturias a las gachas elaboradas con harina de maíz y que antaño, en noche de invernía, eran poco menos que cena obligada. Lo decía el refrán: «Si non perdiz, fariñes de maíz».
Porque «cuando non hai carne, cómese de tou».
Y había que comer en abundancia de plato sabiendo que «el que como sin grasa, come sin tasa».
No son les farrapes ( «¿Qué más da fariñes que farrapes que papes?», suele decirse) manjar que «furna» (alimente) con eficacia y de ahí la recriminación: ¿Farrapes a xente de oficiu? Cómiales el diañu y quien les fizo”. Y debía ser verdad puesto que «Con estes cenes y estos almuerzos, flaques barrigues y llargos pescuezos».
Sabido es que «fariñes y sopes, lo mismu da munches que poques».
Fue costumbre edulcorar les farrapes, en el momento del consumo, con azúcar o miel y complementarlas con «sorbos» de leche caliente pues «la llechi tras les fariñes va» y, por supuesto, «rebañar» bien el plato siguiendo el consejo de «comi tou lo que te dan y mira pa lo que queda».
Así preparo mis farrapes:
En un cazo con agua templada disuelvo la sal (poca) y deslío la harina de maíz mezclada con un poco de harina de trigo. Llevo a fuego medio con un poco de mantequilla, revolviendo de continuo, y en hervores constantes logro una papilla espesa (no en demasía). Cuanto mayor sea el tiempo de cocción, mejor que mejor.
Vierto en un plato, espolvoreo con azúcar y acompaño con leche bien caliente.
Todo para hacer realidad lo que dice el cantar:
Fariñes, madre, fariñes,
ye comida de cuyar.
Cuando non como fariñes
non me soy a fartucar.
NOTA.- Estes son le fariñes (farrapes) que cené ayer, 24 de noviembre, víspera de Santa Catalina.