POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
¡Ay, Dios mío! «¡Qué cosas se ven, don Pero! ¡Qué cosas se ven, don Nuño!», que leemos en «La venganza de don Mendo».
Ayer, finalizada la «tragedia» del Valencia Club de Fútbol «me se ocurrió» zapinear por la tele y, ¡oh dolor!, veo-escucho un programa-concurso para, si aciertas la respuesta a determinadas preguntas, ganar «un pastón». Cada pregunta da opción a cuatro posibles respuestas.
Pues héte aquí que veo-escucho el texto de la pregunta (APODO DEL REY PEDRO I DE CASTILLA) y las posibles opciones de respuesta (EL CRUEL, EL JUSTO, EL JUSTICIERO, EL GRANDE).
Mi sorpresa es que el concursante opta por EL GRANDE y el presentador DA POR BUENA ESA OPCIÓN porque, aclara, ese rey era una persona alta y bien fornida.
Así se cuenta -mejor, malcuenta- nuestra historia.
Lo explico:
Don Pedro I de Castilla (1334-1369), hijo del rey Alfonso XI, rey de Castilla desde 1334 hasta su muerte (que luego contaré), fue un personaje digamos que muy «raro». De niño tuvo una parálisis cerebral que le causó graves problemas de conducta, de crecimiento «desmesurado» y de habla. El Cronista de esa época Pedro López de Ayala nos cuenta que «Fue el rey don Pedro asaz grande de cuerpo, e blanco e rubio, e coceaba un poco en la fabla. Amó a muchas mugeres e fue cobdicioso en allegar tesoros e joyas».
Ese trastorno de conducta le hizo ser vengativo y verdugo con sus enemigos, a los que mandaba matar sin piedad alguna; mujeriego hasta el límite de mandar eliminar» a su esposa doña Blanca de Borbón para «hacer más oficial» sus amoríos con la barragana doña María de Padilla…En fin, una «joya» de personaje a quien sus súbditos apodaron como «El Justiciero» y «El Cruel».
El fin de su reinado se debió a que su hermanastro don Enrique, pretendiente al trono, lo mató en dura pelea fratricida. Y aunque este pasó a la historia como Enrique II El de las Mercedes, debió ser tan cruel como su hermanastro. Lo decía el romancero:
«Riñeron los dos hermanos / y de tal suerte riñeron
que fuera Caín el vivo / de no haberlo sido el muerto.»
Bueno, pues aclarado este asunto, ahora toca el turno a «les fayueles, frixuelos, frisuelos, cereisolos, fereisolos…»
Oigo en un programa radiofónico entre nocturno y matinal que en Galicia y en Asturias, en días de Carnaval, son frecuentes los FRISUELOS y las FILLOAS. Se diferencian ambas dulcerías en que los frisuelos se hacen con leche y las filloas con sangre.
Pues no. En Galicia, es cierto, se hacen filloas de sangre en tiempos de matanza y en los de «no matanza» se hacen con leche, con caldo de cocido, …etc. En Asturias, salvo en zonas cercanas a Galicia no se acostumbra a elaborar las de sangre, pero sí se preparan «frixuelos» distintos en la forma.
Lo detallo seguidamente:
1.- En las comarcas centrales y orientales los Frisuelos o Fayueles (en castellano, hojuelas) corresponden a frituras muy delgadas, de forma circular, espolvoreadas de azúcar, que se fríen «amontonadas en columna» o dobladas sobre sí mismas- Fríen sartén ligeramente engrasada.
2.-Los Frisuelos de las comarcas occidentales y suroccidentales, de pasta idéntica a «les fayueles centro-orientales», tienen forma de «churro» largo cerrado en espiral y espolvoreado de azúcar. Fríen en sartén con abundante aceite.
3.- También en las zonas centro-orientales son frecuentes los «frisuelos abuñuelados», que se preparan con una pasa similar a los anteriores, de la que se toman porciones «a cucharadas» y fríen en abundante aceite. Tienen forma «cuasi esférica», como si se tratara de un buñuelo grande.
Les diré, como garantía de verdad, que mi suegra Isolina era una experta en la elaboración de este tipo de frisuelos.
Llega Carnaval y con él EL POTE DE ANTROXU y los FRIXUELOS (Fisuelos, fereisolos, cereisolos, fresolos, fayueles…).
De pasta ligera preparada con huevos, harina, leche y un poco de levadura y , tras un reposo, fritas en sartén engrasada o, según los tipos, en abundante aceite.-
¡Ah! Y don Pedro I de Castilla fue el Cruel, no «el Grande». Ese fue, si no me equivoco, Pedro III de Aragón. Y don Francisco Grande Covián y don Severo Ochoa eran grandes amigos, NO CUÑADOS, como tal afirmaron en un programa-concurso de nuestra televisión regional y, de este modo, no aceptando la respuesta correcta del concursante.
Resignémonos. Es la cultura siglo XXI.