POR RICARDO MONTES, PRESIDENTE DE LA ASOCIACIÓN DE CRONISTAS OFICIALES DE LA REGIÓN DE MURCIA
No destacó Cieza en la historia por sus caldos, pero debemos reseñar algunas noticias al respecto. Los datos que aporta el catastro de Ensenada indican que en 1755 uno de los principales cultivos de Cieza era la vid, dándose sólo en tierras de regadío, ocupando el 25% de las mismas, con una producción anual de vino de 218.000 litros, con un valor económico de 83.850 reales.
En 1850 Madoz comenta que se produce en Cieza el vino necesario para su consumo, “de excelente calidad”. En esos años el vino se consumía especialmente en las tabernas de Ignacio Balibrea y Pascual Vázquez, así como en el mesón de Bartolomé Avellaneda.
Corría el año de 1873 y hasta la Exposición Universal de Viena llegó el ciezano Federico González Gallego, de la familia de los Borja, con su selección de vinos, contaba entonces con sólo 23 años. Llegado el año de 1877 se organizaba en Madrid la Exposición Vinícola Nacional; hasta allí viajo Federico González con sus muestras de vino. En esta ocasión se especifica que lleva “vino tinto rancio de 1860”, a dos pesetas el litro, carísimo para la época y el resto de muestras de todo el país, donde sólo algunos vinos dulces especiales alcanzaban dicho precio.
Al parecer producía 10.000 litros anualmente de vino tinto. Lo hacía en su inmensa hacienda conocida como “Casa de las Monjas”, plantada especialmente de viñas.
En 1878 se celebraba la Exposición de Paris y allí acudió de nuevo con sus vinos. El susodicho Federico, nacido en 1850, estudió en el Instituto de Murcia de 1862 a 1867 y lo vemos como Vicesecretario del Partido Carlista del distrito de Cieza en 1870, y en el Comité Silvelista en 1897, vivía nuestro vinatero-viajero en la calle del Barco nº 40. Estaba casado con Piedad Rodríguez de Vera y Capdevila (1860-1954). Su hijo León (1887-1935) cambió la producción de vino por la poesía y la abogacía en Alicante. Otros hijos fueron Ángeles, Pedro Antonio, Luis y Francisco. En los años cincuenta los descendientes del vinatero abandonaban Cieza, por lo que se les perdió la pista.
Aún se producía vino en Cieza en 1905, cuando se anunciaba la venta de 10000 a 12000 arrobas de vinos blancos y tintos, cotizándose a 2,75 pesetas. Para entonces debía faltar vino en Cieza para su consumo, ya que se traían carros con vino de La Mancha. Por otra parte, la uva ciezana se vendía en Murcia, a fines del siglo XIX, a 75 céntimos el kilo y el cuartillo de vino a cinco céntimos.
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