POR FRANCISCO JAVIER ARELLANO LÓPEZ, CRONISTA DE LUIS MOYA, ZACATECAS (MEXICO)
Es tiempo de dar gracias, es el último día del año 2022. Todos los días son buenos para agradecer al Creador; a la naturaleza y sus caminos de ríos, montañas, mares y cielos; a toda nuestra familia esté donde esté, pero la costumbre temporal de fin de año se ha hecho protocolaria.
Agradecer a Dios este año 2022 porque sobrevivimos a una pandemia real o inventada, porque compartimos la existencia con Edson Arantes do Nascimento, Pelé y con el papa Benedicto XVI que fallecieron en los últimos suspiros del 2022.
También agradecer a la madre Naturaleza que nos permitió seguir caminando entre sus recovecos y vericuetos con firmeza y decisión.
Agradecer a nuestros amigos. Hago hincapié en este sentimiento porque conocí nuevos compañeros (as) de Luis Moya, de Texcoco, de Sinaloa, de Lagos de Moreno, de Zacatecas; de Leganés, Alicante, Cuenca, Dos Hermanas, Sevilla, Esp. que ya son parte de una gran amistad; ahhh y porque recuperé algunas amistades que estaban en suspenso. Últimamente, casi no he perdido a mis amigos, quizá será porque no he querido ser Presidente, Diputado, Senador, Ministro o político. De los que no han sido mis amigos, he arriado la bandera de las disputas y las envidias y he izado una bandera blanca donde cada quien haga lo que debe de hacer y sino que no lo haga.
Agradecer a nuestros padres, estén donde estén, por la vida que nos dieron. Si están presentes, la visita o la llamadita; sino lo están, no dejarlos morir en el olvido. Pienso que aún quedan sentimientos pendientes que hay que expresarlos en la comida navideña, en la del Año Nuevo, en sus aniversarios, personalmente, como los días de San Isidro Labrador o la Virgen de Guadalupe. Agradecer a nuestra esposa, hijos que nos regalan su presencia, su cariño, su atención y el regalito que mucho apreciamos. Los papás que nos hacemos grandes nos encantan las visitas y los regalitos, la mínima prenda de vestir, el objeto o el billetuco para comprar chocolates caros o la botella de un buen vino. No crean que los papás necesitamos los regalos, no somos interesados, no, jamás, pero un times y un abrazo, una bufanda y un abrazo, unos chocolates y un abrazo, son amores acompañados con obras.
Este mensaje no va etiquetado para nadie en particular, pero si algunos hijos quieren ver una muestra de contento en sus padres, háganlo; es muy grato ver a los papás que abren la caja de caramelos y los comparten o también ver que el abuelito o la abuelita esconden sus chocolates para comérselos después. Verlos que se colocan su bufanda en el cuello. Sí, ellos pueden hacer lo que quieran.
El agradecimiento es un valor que se enseña en cualquier tiempo. Algunos papás lo enseñan a sus hijos cuando son pequeños. Algunos hijos tienen que recordarlo. – Hijo, llévale un taco a tu abuelito o doña zutana o perengana. – Hijo no llegues a una casa de visita o de fiesta con las manos vacías. -Hijo, deja le llamo a mi mamá para ver cómo está. Lo que les enseñes a tus hijos, ellos lo aprenden. Si se acostumbra llegar a la casa de los papás o abuelos, nunca con las manos vacías, ellos lo aprenderán. De lo contrario, ellos siempre serán “gorrones” en donde quiere que estén y alguna vez, serán rechazados por egoístas o avaros.
Compartir y agradecer son valores universales. En la época decembrina, estos valores se ponen en práctica junto con el de dar y otros más. Compartir un taco de frijoles (si se puede con carne asada), unos tamales con atole, una birria con cualquier carne o un cocono con toda la familia llama a la unidad. Recuerdo a mi madre que decía que se le atoraba la comida cuando un hijo o su marido no estaba presente. Son enseñanzas que nunca se olvidan. Claro que hoy sabemos que los hijos tienen dos familias y por eso el rey Cronos puso dos fechas, el 24 y el día 31 de diciembre para convivir con los papás y con los suegros.
Agradezcámosle a la vida un año más, con sus entradas y salidas. El camino de la vida seguirá porque él no conoce su fin, y nosotros, tampoco. A seguir caminando. Feliz próxima meta, feliz 2023. Reciban un abrazo fraternal y unos chocolates Ferrero Rocher virtuales. (Aquí deben el comercial)