POR FRANCISCO JOSÉ ROZADA, CRONISTA OFICIAL DE PARRES-ARRIONDAS (ASTURIAS)
Mientras tomaba yo unas fotos en Covadonga casi en la medianoche de este sábado que ya nos sitúa en el día de la Pascua de 2019, volvía a pensar en cómo Covadonga explica el presente, que nace del pasado y avanza renovándose desde él.
Todos los elementos que confluyen en este corazón de Asturias pueden aclararnos la enormidad de su carga significativa, con la milenaria historia que los ha engendrado, los ha hecho persistir y les confiere sentido.
La verdad histórica de Covadonga se ha alejado ya de las nieblas provocadas por ciertas exageraciones desfiguradoras, nacidas de algunas crónicas llenas de candidez y tradiciones sin sustento documental ni real (o manipuladas por intereses espurios), tradiciones lastradas por la leyenda o por una credulidad romántica sin ningún fundamento, tantas veces confusa o deformante.
Como siempre escribo, Covadonga consigue unir naturaleza y arte, espíritu y materia, origen e impulso. Para los asturianos todos -los de aquí y los de la emigración- Covadonga desborda el espacio y el tiempo, los niveles sociales y las fronteras ideológicas, porque es la raíz, cuna y corazón de nuestra conciencia regional, condensando en sí misma la milenaria historia de Asturias.
De todas las fotos tomadas esta noche en Covadonga dentro y fuera de la basílica o de la Cueva, he seleccionado la que acompaña a estas líneas por ser única. Aún ardía casi a medianoche en el centro de la explanada el fuego que había sido preparado a las 20 horas para dar inicio a los ritos pascuales que la Iglesia católica celebra en el día más solemne e importante de toda su liturgia.