POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
Finalizaba el siglo XIX, y en Ulea se había asentado de forma definitiva quien fuera insigne militar en tierras africanas, Antonio Tomás Sandoval que se convertía. con los años en un gran hacedor y, junto a Damián Abellán Miñano, asumió las riendas del pueblo que le vio nacer, en el año 1836.
En primer lugar, mandó construir el emblemático Gurugú, posteriormente, dedicó gran parte de su terreno de regadío a Almajara, con el fin de exportar plantones de árboles frutales, por toda la región murciana. Pasados unos años, cuando era alcalde, en terrenos baldíos y pedregosos de sus padres (la familia Tomás Los cholé) ubicados entre las piqueras y el corralón, mandó tapiar una extensa parcela para dedicarla a refugio del ganado y cuidados específicos.
En dicho recinto, en el año 1898, se comenzó a efectuar una feria informal de ganado en las vísperas de la festividad de San Antón que, al año siguiente se realizó también durante las fiestas patronales de San Bartolomé y la Santa Cruz. En total, tres veces al año. A dicha feria del ganado, acudían pastores y ganaderos de todos los caseríos del campo, así como de los pueblos colindantes.
La feria del ganad0 consiguió emular en prestigio a la de Archena y, tanto prestigio obtuvo que, empezaron a venir ganaderos del Campo de Cartagena; entre ellos, la familia Nieto que, al comprobar las condiciones idóneas que reunía decidieron en el año 1901 trasladarse con su ganado de cabras a nuestro pueblo, de ahí el nombre popular con que se les bautizó como los Nieto de las cabras y, tras alquilar a la familia Tomás (los cholé), el corral tapiado en donde se realizaba la tradicional feria del ganado se instalaron de forma definitiva en Ulea.
A los tres años, la familia Nieto compro dicho corral y, aunque siguió celebrándose en él la habitual feria del ganado, cuatro años más tarde, fue trasladado junto al matadero municipal, ya que por sus inmediaciones pasaba la acequia menor y podían abrevar con mejores garantías a dichos animales domésticos.
La feria siguió en auge y, los sacerdotes Juan Antonio Guzmán Nicolini, José Moreno Fernández y Juan Antonio Cerezo Ortín, se sumaron a dicho evento y, tras la misa solemne de San Antón, acudían al lugar en donde se celebraba la feria del ganado, con el fin de efectuar la bendición de los animales.
Para nuestro pueblo era todo un lujo; se trataba de una fiesta singular y, todos, autoridades y munícipes, estaban de enhorabuena.