POR GUSTAVO ADOLFO FERNÁNDEZ FERNÁNDEZ, CRONISTA OFICIAL DE GRADO (ASTURIAS)
Desde su melena -antes rubia y ahora cana- hasta sus gestos y su forma de hablar, «si hubiese forma de medir la imagen de un poeta», Fernando Beltrán sería su máximo exponente. Estas «palabras privadas dirigidas en público» pertenecían a la consejera de Cultura, Berta Piñán, quien ayer desarrollaba un papel mucho más importante en la Capilla de Los Dolores: el de amiga del escritor carbayón y ahora Hijo Adoptivo de Grado durante la celebración de este reconocimiento.
Le pasó lo mismo que a la concejala de Cultura, Elsa Suárez, que no tenía pensado intervenir, pero Beltrán se lo pidió y no pudo negarse a pesar de ser perfectamente consciente de que terminaría con los ojos empañados de lágrimas. «Tiene la capacidad de emocionarme, me pone los pelos de punta», contaba entre las risas cómplices del público y compartidas con el homenajeado.
Se trata de un proyecto «referente», pero del que «al mirar las cuentas se hace un silencio infinito». Confesaba su creador que «el presupuesto del aula es mínimo, pero es esa fragilidad la que nos hace grandes». Entre lágrimas y la preocupación de dejarse a alguien entre sus múltiples agradecimientos, el moscón adoptivo alcanzó a contar su encuentro con un vecino del concejo que le pidió un ‘selfie’ en Madrid el día antes de Reyes. «Una escena entre cómica y entrañable», contó para explicar que, al fin y al cabo, «nada une más que compartir el barro de las casas natales».
Y es entre esas casas donde la Asociación Valentín Andrés ha querido hacer eterno al poeta. Anunciaba el alcalde, José Luis Trabanco, que al final del evento -en el que también intervinieron Leopoldo Sánchez Torre, director del Aula de la Metáforas, y los escritores Manuel García Rubio y Javier Lasheras- habría una sorpresa en la plaza Eliseo Nicolás Alonso.
Los versos de su poema ‘Ciudad de Paso’, del libro ‘Hotel Vivir’, se leen en el respaldo de un banco que imita un libro doblado. Pep Carrió fue el encargado de ilustrar la obra en la que irónicamente Beltrán habla sobre «no ser de ningún sitio» a pesar de que ahora tenga claro que, sin haber nacido allí, él es de Grado. Y Grado, en cierto modo, es de Beltrán.
FUENTE: https://www.elcomercio.es/asturias/siero-centro/fernando-beltran-hijo-20230129004909-nt.html