POR LA REAL ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA Y DE LA DE CULTURA VALENCIANA.
Fernando García de Cortázar, historiador, más de 60 libros lo avalan, estuvo en el Aula de Las Provincias, nos invitaron entonces y asistimos. Valió la pena. Ocurrente con inteligencia. Elocuencia calculada. Al corriente de la realidad socio-cultural valenciana, supo ganarse al público de inmediato .
Habló de muchas cosas, en trabajada disertación.
Los nacionalismos los rechazó, y con razón. Aunque vasco, abjuró del ultranacionalismo vasco y dio razones. Ya su padre paseaba a su familia por todas las naciones (por lugar de nacimiento) de España, para hacerles ver y comprender la maravillosa diversidad dentro de la gran unidad de la Nación Española. Lo compartimos. Aunque en realidad todos somos un poco nacionalistas, en el sentido del chauvinismo francés, creyendo que nuestra gastronomía es la mejor del mundo y pienso en la paella valenciana, arroces varios y los gazpachos serranos (los de Anna por ejemplo), la Olleta de Music o de Alcoy que yo bautizaría de la Sierra Mariola, y un largo etc. Nuestras fiestas, Moros y Cristianos, Fallas, bous al carrer, etc.
Y así podrían decir lo mismo los andaluces (pescaitos, Feria de Sevilla, Semana Santa,…); los murcianos, extremeños, gallegos, etc.
Habló de su libro, naturalmente, sin tener que reclamarlo como el finado Umbral, ya que Salazar , el Jefe de Opinión-presentador del Aula precisamos, no el otro Salazar de la nación hermana, que aparece en la novela “El rostro en la marea” presentada ,no interfirió, limitándose a tomar notas sin cesar.
Se refirió al libro como su primera novela histórica e hizo especial hincapié en su manera de hacer historia. Una novela en la que hay por enmedio, o en el centro, una historia de amor, la del protagonista con su amante. Y, cuando hay amor, también puede o debe o en muchas ocasiones hay, guerra y, entonces, la novela o el amor son trágicos. Hay diplomáticos, espías, contrabando de armas, mineros, comunistas, nazis y fascistas. En fin, agitación, truculencia y cambios frecuentes de escenario, Bilbao, Asturias, Roma, etc., tal y como discurrió su manera de hablar de tantas cosas en la noche del Aula en el Ateneo. Salimos con ganas de leerla, nos convenció.
Rechazó, con críticas acerbas en algún caso, las tertulias por haberlas sufrido en su dignidad como historiador, las tertulias y, especialmente, dirigidas a una tertuliana que pretendió darle lecciones de Historia. Tantas veces lo hizo que hasta llegó a pedir disculpas por su fijación.
El Dr. García de Cortázar demostró la libertad y agilidad de su entendimiento, liberado de estereotipos, cuando al recibir un premio destacó lo acertado de la elección. Por cuanto lo contrario, que es lo habitual, no es, ni más ni menos, que un menosprecio al jurado que lo decidió. Lo cual nos trae a la memoria un precedente similar muy próximo que suelen recordar los Drs. Morote y Noblejas.
Sin embargo, lo que suele resultar un tanto polémico fue la exaltación de su modelo o procedimiento de hacer Historia, porque no quedó claro si lo consideraba único, improbable, o el mejor posible, ya que debe, sin duda, conocer los tres existentes.
El primero es esencial, fundamental, la investigación básica, la búsqueda de la documentación primigenia y esencial. En los archivos donde se contenga, yacimientos arqueológicos para la Prehistoria, Protohistoria y Edades Antigua y Media. Archivos documentales a partir de las fuentes escritas.
El segundo se desarrolla necesariamente a partir de dicha documentación, que debe ser veraz, auténtica, no apócrifa, elaborando un discurso inteligible para ponerlo a disposición de docentes especialmente y de estudiosos en general. Aquí empiezan los problemas. La documentación, desgraciadamente, es interpretable y, de acuerdo con el criterio de la escuela, creada generalmente en cada cátedra, en donde interviene la formación del líder, que solía ser el catedrático que la regentaba, su enfoque (desde la política, la economía, la sociología, etc,), le daba una orientación y un discurso diferenciado, sin olvidar la doctrina política sustentada que también influía e influye.
En tercer lugar la que practica el autor de la novela, esencialmente divulgativa, para que llegue a la mayor parte de la población, haciendo el discurso histórico fácil de entender y, además, divertido, con el fin de que cree adicción en el lector. Lo justificó por la obligación de los historiadores, docentes en este caso, en hacerla llegar lo más lejos posible y en el derecho de los discentes a conocerla. En lo que quizás insistió en exceso por la posible crítica que subyacía hacia las otras formas de hacer historia.
En todo caso, oportuna la presentación de una obra que ha alcanzado un señalado éxito y la consiguiente felicitación al periódico que la convocó.
FUENTE: JOSE APARICIO PEREZ ACADEMICO C. DE LA REAL ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA Y
NUMERARIO DE LA DE CULTURA VALENCIANA