POR SANTOS BENÍTEZ FLORIANO, CRONISTA OFICIAL DE CÁCERES
En el Archivo Municipal de Cáceres se conservan varios documentos de la época de Fernando IV relacionados con la historia de Cáceres. Entre los más destacados: un Mandato, de fecha 10 de mayo de 1305, para que los pastores y entregadores de las cañadas del Reino de León respondieran ante las justicias de Cáceres de los daños que hicieren.
Otro Mandato, de fecha 4 de Julio de 1305, para que se ‘ejecuten’ los bienes de Gonzalo Matheos y Fernando Díaz, que usaron indebidamente en Cáceres del oficio de Alcaldes entregadores de la cañada de los pastores.
Un Acta de Concordia, de 13 de Febrero de 1306, entre el Concejo de Cáceres y los moradores de Alburquerque, sobre el aprovechamiento de las dehesas colindantes de los respectivos términos.
Un Mandato, de fecha 14 de Junio de 1311, dirigido a los cogedores y recaudadores de los reales servicios en Cáceres, para que cumplan los privilegios y guarden las exenciones que tiene la Villa en materia tributaria, etc.
Pero vamos a detenernos en uno fundamental para la historia de la ciudad ya que gracias a él comenzó la expansión de Cáceres fuera del recinto amurallado; es una Carta plomada del Rey Fernando IV, dada en Sevilla el 17 de Julio de 1303, concediendo a Cáceres las Rondas de la Villa por juro de heredad.
Hay que tener en cuenta que la Villa de Cáceres era una zona ya pacificada, la Reconquista proseguía hacia el sur, los moros estaban muy lejos y no había peligro de ataques enemigos, por lo que la función militar de Cáceres como reducto estratégico había dado paso a la explotación de las tierras ya totalmente pacificadas.
Gracias a este documento toda la zona cercana a la muralla que tenía que estar expedita para repeler cualquier ataque, podía a partir de ahora utilizarse y habitarse por parte de los vecinos cacereños.
Fernando IV lo que concedió fue la ronda, el terreno circundante a las murallas, llamado ronda exterior, en contraposición al adarve o zona interior.
Según el profesor Antonio Floriano el Rey cede al Concejo las Rondas de la Villa para dar facilidades para su ensanche, creándose los barrios extramuros para que en ellos habitasen los agricultores y artesanos, dejando el interior para la nobleza y los militares.
En las rondas se asentaron los gremios y aún hoy se conservan en la ciudad las calles con sus nombres que ocupaban esta zona extramuros de la muralla: los caleros, los zapateros, los pintores, los carniceros, los horneros, los herreros, etc. y hasta los judíos colocaron sus tiendas apoyándolas en la zona Oeste de la muralla, desde el final de la calle Zapatería hasta la torre de Bujaco.
Fernando IV no fue un Rey feliz pero contribuyó a ensanchar la ciudad fuera del recinto monumental y con él se inició el urbanismo moderno del Cáceres extramuros.