FESTIVIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN
Dic 08 2021

POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ).

Felicidades a las amigas que llevan por nombre Inmaculada y Concepción.

Felicidades a Puebla de la Calzada que la tiene por Patrona.

Felicidades al pueblo de Lobón que también la tuvo. Después el patronazgo pasó a la Virgen de los Remedios y con posterioridad a Ntra. Señora de la Asunción. Transcribo el acuerdo que la Corporación Municipal de Lobón tomó el 12/IV/1812, sobre el juramento que empleaban los regidores municipales y alcaldes cuando tomaban posesión de sus cargos: “Recibieron juramento que hicieron por Dios y una Cruz conforme a derecho, bajo del qual prometieron en primer lugar defender la pureza de María Santísima, cumplir bien y fielmente con sus respectivos cargos, atender y conservar los derechos y privilegios de esta villa y su común y mirar por los pobres de solemnidad, y en segundo observar y hacer que se cumplan las Leyes y Pracmáticas de estos Reynos”. Los vecinos de Lobón defendían la pureza de la Virgen antes de que fuese promulgada la bula Ineffabilis Deus dogma de la Inmaculada Concepción por el papa Pío IX, el 8 de diciembre de 1854.

INMACULADA DE VALDÉS LEAL. MUSEO DEL PRADO

La fotografía que publico corresponde al óleo sobre lienzo “La Inmaculada Concepción” (año 1682), obra del pintor sevillano Juan Valdés Leal (1622-1690) del Museo del Prado. En esta pintura vemos a la Virgen de pie, sobre la luna y rodeada de nubes, en una imagen que supone una variación respecto al tipo de representaciones de la Inmaculada predominantes en Sevilla. Mientras que en estas se hace hincapié en el dinamismo y se buscan fórmulas de lectura inmediata y contenido triunfal, Valdés Leal propuso aquí una aproximación más reflexiva al tema, que se plantea de una manera más compleja.

María no se eleva triunfal al cielo, pues tanto su manto como su lenguaje corporal y su expresión facial rebosan intimidad y recogimiento. Algo parecido ocurre con los ángeles niños, que no revolotean raudos a su alrededor, sino que la rodean sosegados y devotos, portando en sus manos ramas y flores, entre las que se distinguen rosas, azucenas, una espiga de trigo, un ramo de olivo y una palma, todos ellos atributos marianos. En la parte inferior derecha, dos ángeles sostienen un espejo a manera de custodia, en el que vemos al Niño Jesús. Su imagen es resultado del reflejo de un rayo de luz que parte del Trono de la Sabiduría y parece atravesar el cuerpo de la Virgen, con todo lo cual se construye una sutil alegoría sobre la concepción inmaculada de María. Ese uso del reflejo en el espejo para aludir a ese concepto estaba bastante extendido en la cultura simbólica de la época, lo que facilitaba extraordinariamente la comprensión de esta imagen por el fiel. La presencia de la Paloma y de Dios Padre, que se inclina solícito hacia María, completa la representación de la Trinidad en esta composición que nos habla de los fundamentos teológicos de la Inmaculada y nos recuerda algunas de las virtudes asociadas a María.

Resulta espléndida la manera como Valdés Leal ha utilizado el color para ordenar el discurso. El cuerpo de María, delicado y sólido, adquiere el protagonismo cromático y formal, con su manto azul y su túnica marfileña; y su actitud recogida condiciona el clima emotivo de toda la composición. A su alrededor, tanto los ángeles como, sobre todo, la Trinidad componen un entorno más etéreo, y tanto los naranjas del rompimiento de glorias como el azul del cielo disuelven las formas y evitan disputar el protagonismo a la Virgen. Se trata de una obra de la madurez de Valdés Leal, fechada el año de la muerte de Bartolomé Esteban Murillo (1682), y cuando su autor se encontraba en la última década de su vida.

Por el sosiego con que está representada la Virgen, y la introspección de su actitud, se emparenta con obras tardías suyas, como una Inmaculada de colección particular de Barcelona, y muestra hasta qué punto Valdés supo, en ese momento tan avanzado de su carrera, ser original no solo respecto a sus propias interpretaciones anteriores, sino también en relación con la rica tradición concepcionista española. (Texto y fotografía tomada de la página web del Museo del Prado.

EXPOSICIÓN VALDÉS LEAL (1622-1690) EN SEVILLA

Con motivo del cuarto centenario del nacimiento de Juan de Valdés Leal en 1622, la exposición propone una visión actualizada del artista que transformó los principios del estilo pictórico barroco que imperaban en Sevilla, siendo protagonista principal del panorama artístico sevillano de su época. Su singular personalidad y rotunda individualidad determinaron un estilo teatral, dinámico, una factura inquieta y elocuente puesta al servicio del gesto y la expresión que nos muestra el barroquismo triunfante en la escuela sevillana de la segunda mitad del siglo XVII.

Esta exposición ofrece al visitante la oportunidad de contemplar diversas obras (88 piezas, 65 préstamos y 23 de colección de la pinacoteca hispalense) que dan cuenta de su verdadera dimensión creativa, no solo como pintor, sino como artista de una desbordante fuerza creadora, para lo que empleó todos los recursos y técnicas a su alcance.

Puede verse en el Museo de Bellas Artes de Sevilla hasta el 27 de marzo de 2022. Horario de 09:00 a 21,00h. Festivos de 09.00 a 15,00h.

FUENTE: https://www.facebook.com/manuel.garciacienfuegos

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