POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ)
Hoy, 1 de febrero, se celebra la festividad de Santa Brígida. Felicidades a las que celebren su onomástica. Santa Brígida tuvo ermita en Lobón, junto al charco de Los Caños, en Navarredonda, culto que fue introducido por los ganaderos mesteños, que la tenían como protectora de los rebaños, que así lo describo en “Lobón en su historia”. El culto a Santa Brígida, virgen que obró numerosos milagros alimenticios y curativos a lo largo de su virtuosa vida, parece que fue introducido en estas tierras por los ganaderos mesteños que llegaban desde las cañadas leonesa, segoviana y soriana, que la tenían como protectora de los rebaños.
Las primeras noticias sobre la ermita de Santa Brígida, aparecen en el año 1508, “visitose la hermita de Santa Brijida que esta fuera del dicho lugar exido dizen Navaredonda”. En el año 1515 los visitadores concretizan aún más su ubicación “visitose la hermita de Santa Brijida que esta fuera de la dicha villa que es en la ribera de Guadiana en Navarredonda”. Esta es la descripción de la ermita en los inicios del siglo XVII: “La Hermita de Santa Brígida que está un quarto de legua de la dicha villa en los montes vajo de la falda de la ladera donde está la Rivera de un braço de Guadiana que el llama el charco de los Caños. Es un cuerpo de iglesia de una nave, miembros de ladrillos y tapiería, con sus cimientos en piedra. Tiene la puerta entre el poniente y el Regañón, en el astial de enfrente del altar mayor por donde se entra a la dicha ermita. Es el cuerpo de ella de dos capillas sobre un arco de ladrillo y otro que está a la entrada de la capilla de la dicha ermita donde está el altar están cubiertas estas capillas cada una ella con quartones de madera de pino y cabríos de caña junta. La capilla donde está el altar tiene un arco más pequeño y la capilla más angosta tiene un altar y más en él. Un retablo de un tablero grande de madera en que está Pintada de prinçel la figura de la virgen y mártir santa Brígida del tamaño de una media mujer, está guarnecido el dicho tablero de unas molduras de madera, dorado y pintado y tiene en él un frontispicio en el tenpano Pintado unos serafines. Este Retablo se ha hecho de la visita pasada a la de acá está muy bien acavado y la mano de la dicha ymajen es muy buena. La dicha capilla está cubierta de madera de pino con riostras y cabrios y hileras de fresnos.
En esa misma visita, año 1605, libraba Pedro Peñaranda, mayordomo, sus cuentas, y a tenor de los descargos que se practicaban en ella, su economía estaba saneada y daba para hacer empréstitos a otras corporaciones, “Hacesele el cargo de quince mill maravedís que debe al Conzejo desta villa a la dicha Ermita”. “Hacesele cargo de treçe mill y seiscientos maravedís que debe a la iglesia mayor de esta villa a la dicha Hermita”. Economía que estaba basada en la ganadería “Sesenta y seis reales que pago a Gonzalo Martín, boyero, por la guarda de las vacas de la hermita”. “Tres ducados que pagó a Juan Moreno veçino de la dicha villa por dar paja a las vacas de la hermita”.
Los hombres y mujeres del siglo XVI no se abandonaban resignadamente a la dureza de la áspera vida cotidiana. Antes bien, dirigieron sus plegarias a los santos que su propia tradición popular convirtió contra las enfermedades y desgracias.