POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ)
Agosto tiene olor a jazmín y dulce sonido de campana que despierta el silencio de clausura, señalado por el índice del ciprés plantado en la huerta de las hijas de Santa Clara. Felicidades a las amigas que se llaman Clara y muy especialmente a la comunidad de religiosas clarisas franciscanas del convento del Santo Cristo del Pasmo de Montijo. Felicidades para las comunidades de clarisas de los monasterios de Zafra, Badajoz, Llerena, Campanario y Almendralejo.
Santa Clara de Asís (1194-1253), religiosa y santa italiana. Seguidora fiel de san Francisco de Asís, con el que fundó la segunda orden franciscana o de hermanas clarisas, Clara se preciaba de llamarse “humilde planta del bienaventurado Padre Francisco”. Después de abandonar su antigua vida de noble, se estableció en el monasterio de San Damián hasta morir. Clara fue la primera y única mujer en escribir una regla de vida religiosa para mujeres. En su contenido y en su estructura se aleja de las tradicionales reglas monásticas. Sus restos mortales descansan en la cripta de la Basílica de santa Clara de Asís.
CARISMA FRANCISCANO EN MONTIJO
El carisma franciscano fue extendido en Montijo en el siglo XVI, año 1548, con la presencia de seguidoras de la Orden Tercera en una casa de recogidas en la calle Badajoz. En 1583 heredaron una casa en la calle Santa Ana propiedad de la beata Marina Sánchez, por lo que decidieron trasladarse a ella, junto a la capilla de Ntra. Señora de los Remedios, construyéndose en 1617 un beaterio.
Al entrar en él una hija y sobrina de don Cristóbal Portocarrero y Guzmán de Luna, IV conde Montijo, lo reedificó adaptándolo a monasterio, siendo erigido el 7 de octubre de 1703, bajo la advocación del Santo Cristo del Pasmo (imagen labrada por el escultor Juan de Juni en Valladolid). Así, veintidós mujeres beatas, pasaron a ser hijas de Santa Clara, siendo instruidas por dos monjas del convento de Barcarrota.
La comunidad de clarisas de Montijo, la componen en la actualidad ocho religiosas, seis de México y dos de Nicaragua, bajo el gobierno de Madre Concepción Mora Navarrete, natural de Uruapán, capital del estado mexicano de Michoacán, que llegó al convento de Montijo en 2009. La forma de vida de las clarisas es la oración desde donde brota su vida interior, junto con el trabajo artesano en la elaboración de dulces, el recurso que tienen para vivir y mantener la casa. El convento es un oasis de espiritualidad en Montijo. Un lugar de calma y recogimiento.
(Imagen de bulto de Santa Clara de Asís (1,24 m.) en la capilla del convento de Montijo, obra del siglo XVII, de muy buena traza, según describe el franciscano Antonio Arévalo Sánchez (ofm). Debió ser adquirida o trasladada de otro lugar tras pasar de estado de beatas al de religiosas clarisas. Su morfología barroca descuella en el rico estofado de la túnica y manto. Porta aureola en forma de diadema, báculo y ostensorio de plata en su color).
María del Carmen Vega Vera, en su tesis doctoral “Estudio y catalogación de las obras del siglo XVIII realizadas por el entallador badajocense Francisco Ruiz Amador”, atribuye la talla de Santa Clara del conventual de Montijo a este artífice. De ser así estamos ante una obra hecha en el siglo XVIII.