POR BIZÉN D`O RÍO MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE HOYA DE HUESCA.
Cuanto y cuán hermosos escritos han producido poetas y literatos cantando los árboles notables, los árboles gigantescos, los árboles centenarios. Por ellos se conocían, al menos por el nombre, el castaño de los 100 Caballos, la encina de Carlomagno, el laurel de Napoleón, el manzano de Newton, el olivo de Platón, incluso se sabía que en
el Valle de Yosemiti, en las Montañas Rocosas, algunas sequoias alcanzaban los 150 metros de altura, y en el Transvaal, cerca de Pretoria, vivía un árbol cuya copa alcanzaba 170 metros de circunferencia. En Suiza, Bélgica y Alemania, en los países tropicales, vegetaban árboles que contaban siglos de existencia, y en 1916 se admiraban las fotografías y grabados que representaban el tilo de Boendel, el olivo de la Infanta, el árbol de la Nochetriste, pero muy pocos sabían que en la provincia de Cáceres, existía un árbol histórico, un olmo, padre de la “Fiesta del Árbol”.
Fue precisamente el gran pensador altoaragonés Joaquín Costa, quien dijo que la “Fiesta del Árbol” no era Yankee: afirmó que la idea de celebrarlo era original del cura Párroco de Villanueva de la Sierra, que la instituyó el martes de Carnaval del año 1805, dando gran solemnidad a la fiesta, levantando acta, como igualmente se levantó acta al colocar la primera piedra de un monumento nacional, quedando así para la posteridad que el autor de la mundial “Fiesta del Árbol” fue el Rvdo Dn. Ramón Bacas Roxo, llamándose Dn. Pedro Barqueras del Castillo el Alcalde de Villanueva de la Sierra (Cáceres) quien auspicio y presidió la primera Fiesta.
Como algo ya tradicional en los primeros días de febrero se planteaba con antelación en Huesca la celebración anual de esta Fiesta, que alcanzaba hasta los pequeños detalles de hora, organización de la comitiva de niños, lugar de plantación, etc., fijando como lugar de reunión para el presente año la Plaza de Santo Domingo, marchando por el Coso Alto a subir por la Plaza de Lizana y plantar el árbol, después en las plazas de San Bernardo y San Vicente, marchado posteriormente al Puente de San Miguel para plantar en aquellas inmediaciones algunos árboles. Luego la merienda sería en Las Mártires, y después regreso por la Alameda para volver al punto de partida.
Con gran entusiasmo se celebró en Salillas la tan simpática como necesaria “Fiesta del Arbol”, habiéndose hecho con antelación necesaria el aviso al vecindario de este acto, que a las dos de la tarde era anunciada con volteo de campanas, congregándose los niños y vecindario en el punto destinado para la plantación. Los niños de la escuela con banderitas y letreros alusivos al acto y conduciendo los árboles, dirigidos por sus profesores y acompañados del Ayuntamiento, Junta Local y Rondalla del pueblo, se dirigieron a la Iglesia Parroquial con el fin de que fueran bendecidos los árboles, que fue llevada a cabo por el Sr. Cura Párroco. Acto seguido, y por los mismos niños fueron colocados los árboles en los hoyos que con anticipación se habían preparado. Una vez terminada la plantación recibieron los niños abundantes naranjas y refrescos, terminando el acto con la alegría de todos.
Sin temor a exagerar podía calificarse de gran acontecimiento para el pueblo de Radiquero la “Fiesta del Árbol”, con una animación que no se había visto nunca ni para las fiestas principales. Recibidos los árboles que habían sido donados por Dn. Benito Ayerbe, junto a cien roscas y doscientas naranjas con las que obsequiar a los niños. Se reunieron frente a la Escuela todas las autoridades locales, los padres y madres de familia y los niños con banderitas en la mano. Se cantó un himno a la Bandera y otro a la Patria por los escolares, procediendo a continuación a la plantación llevada a cabo por los niños. Hubo discursos del Alcalde, Párroco y Maestros, quienes glosaron los
beneficios del árbol, y después se procedió a servir la merienda consistente en un roscón y dos naranjas a cada niño.
Se celebró en Barbastro esta fiesta de la que fueron testigos presenciales media población de aquella ciudad, que quisieron asociarse a los derechos que la Comisión Municipal y los Padres Escolapios pusieron a contribución de la organización de tan culto y hermoso acto, al que fueron invitados Centros, Cabildos, Sociedades, Juzgados,
Sindicatos, Comunidades religiosas, etc., así fue que, nutridas representaciones de todos ellos acompañaron al Ayuntamiento que presidido por su alcalde se dirigió al lugar designado para la plantación, precediendo a los niños de las Escuelas Pías, quienes cantaron en las calles del trayecto el “Himno al Árbol” acompañados por la Banda
Municipal.
En los alrededores del Hospital y desde una tribuna preparada, se pronunciaron versos y discursos, versando algunos de cómo con tesón aragonés se debería conservar esta fiesta. Tras la plantación fueron invitados todos a una merienda, que a los acordes de la música de la Banda, consumieron los niños. A las once de la mañana en la
plaza de Alberuela de Laliena , se reunieron donde se encontraba emplazada la Escuela y Casa Consistorial, El Ayuntamiento pleno, la Junta Local de Primera Enseñanza, y el Sr. Cura Párroco, además de los niños y niñas de la escuela, que en perfecta formación entonando himnos patrióticos alusivos al acto se trasladaron llegando a la Cruz de Santa Orosia y Paseo de la Iglesia, sitios destinados para la plantación. Una vez allí, cantaron el “Himno al Árbol” colocando los niños cada árbol en su hoyo, procediéndose entonces a su bendición. Terminó la tarde con una merienda y el reparto de naranjas a los niños.
En Robres, fue el año 1916 cuando se celebró por primera vez esta fiesta, y así en la plaza de Soldevila se reunieron los niños para recoger los árboles que debían ser plantados por ellos mismos, trasladándose al lugar donde una vez colocados y cantado el “Himno al Árbol”, la primera autoridad Municipal, glosó un recuerdo para el autor y
propagador de estas ideas, el inmortal Joaquín Costa, luego, se procedió al reparto de una merienda compuesta por un panecillo con chorizo y una naranja.
En Jaca, con un día primaveral se celebró esta fiesta, para ensalzar y rendir pleitesía y homenaje al vegetal por excelencia. Así fue como, congregados a las tres y media de la tarde ante la Casa Consistorial las niñas y niños de las Escuelas Municipales y los alumnos de los P.P. Escolapios, cantaron acompañados por la Banda Municipal el “Himno al Árbol”, trasladándose a continuación en perfecta formación por la Calle Mayor, Carmen y Sol, a la Puerta de Baños, donde se hizo la plantación de árboles y la apoteosis de la fiesta, cantando todos los niños el “Himno a
Jaca”, y después de la plantada se trasladaron al centro “Variedades” donde fueron obsequiados por una merienda y naranjas, mientras se solazaban con la visión de varias películas del cinematógrafo.
Así en Poleñino, Cuarte, Ayerbe y otras muchas poblaciones altoaragonesas se celebró la “Fiesta del Árbol”, una institución que vino a constituir en todos los pueblos el más adecuado medio de cultura y desenvolvimiento pedagógico y forestal, en cuanto tenía por principal objetivo el de inculcar en el corazón infantil los sentimientos de amor al vegetal, que significaba de forma expresiva y elocuente la regeneración de los países civilizados.