POR JUAN JOSÉ LAFORET, CRONISTA OFICIAL DE GRAN CANARIA
Desde tiempos muy tempranos muchos fueron los caminantes foráneos que se adentraron por las más hermosas sendas e intrincados senderos isleños. Dejaron testimonios muy curiosos y útiles en multitud de escritos de muy diversa naturaleza, desde cartas particulares a libros y crónicas en publicaciones periódicas. Una práctica que, con las mejoras de las comunicaciones, se expandió muchísimo en las islas en la segunda mitad del siglo XIX. Gracias a ellos muchos lugares llegaron a ser considerados como verdaderos puntos característicos e identitarios de la geografía, las costumbres y la historia insular.
San Lorenzo, que aparece de forma clara y abundante en muy diversos documentos oficiales y particulares de los primeros siglos de historia de la isla con el nombre del Lugarejo, y con el de San Lorenzo desde la mitad del siglo XVII, donde se manifiesta ya la importancia y trascendencia que se le daba a este Lugar –y lo digo con mayúscula- tampoco escapó a la presencia, muchas veces inadvertida, de caminantes y viajeros curiosos. Uno de ellos, cuya identidad se desconoce, pero que parece conocía «…al dedillo el camino de Teror a San Lorenzo, con su ruinosa Ermita intermedia de San José del Álamo…», según afirmaba Simón Benítez Padilla, que era «…la ruta obligada de Artenara a Las Palmas…», habla de su hermosa iglesia, que «…es pequeña y aseada…», para a continuación dejar constancia de como «…San Lorenzo que siendo un anejo del Beneficio de la Ciudad de las Palmas, fue erigido en Curato año de 1681, y nombrado por primer Cura, á elección del Deán y Cabildo, el Licenciado Juan González Travieso, cuyo nombramiento y elección confirmó el Señor Obispo Jiménez (Bartolomé García-Ximénez de Rabadán) en 27 de Marzo del mismo año…». Un templo que este año 2020 se ha hermoseado con un nuevo y elegante Retablo Mayor, en el que, a derecha e izquierda del Crucificado, relucen sus compatronos, Ntra. Sra. del Buen Suceso, a la que el Cronista Oficial de la vecina Villa Mariana de Teror, José Luis Yánez, le ha compuesto un nuevo Himno, que presentó tras su pregón religioso de este 2020 tan diferente, y San Lorenzo, de quién parecen emanar los versos que cantan como «Agosto es fuego y San Lorenzo isleño volcán / donde la noche estival se detiene / en la sonrisa complacida de una Isla / que, como tú, llena todo un mundo / tan íntimo y tan mágico / que hace del verano primavera del aire / y de los cielos besos de claridades…»
Estos días de agosto son de Fiesta Mayor y Principal de la Muy Noble y Leal Ciudad Real de Las Palmas de Gran Canaria, a cuya expansión moderna y desarrollo territorial se sumó con gran entrega el antiguo Municipio de San Lorenzo. Fiesta de la que ya daba cuenta uno de los primeros periódicos grancanarios, «El País», que el 1 de agosto de 1865 anunciaba su celebración, y resaltaba que «… la víspera por la noche se quemarán variados fuegos artificiales. La feria deberá estar muy animada…». Dos años después, en su edición del 16 de agosto de 1867, publicó la que podemos considerar la primera crónica extensa de estos antiguos y tradicionales agasajos. Destacaba como «…Los festejos estuvieron concurridos y animados, y los fuegos artificiales, obra del pirotécnico D. Pedro Rodríguez, fueron bastante aplaudidos…», y no ocultaba la solemnidad de estos eventos, en los que «…seis soldados de rigoroso uniforme hacían guardar el orden…» y como la «…función religiosa del día 10, fue solemnizada por una gran orquesta …». Ahora, ciento cincuenta y cinco años después de aquellas primeras crónicas, tras muy diversos avatares históricos que transformaron este antiguo municipio en parte de una gran ciudad, convertidas sus fiestas en exponente ineludible del estío grancanario, amalgamado el ser y sentir de sus gentes entre sus tradiciones y la mirada al futuro, San Lorenzo se dispone a conmemorar sus Fiestas Principales en honor de San Lorenzo, desde lo más hondo de unos corazones cargados de identidad y sentido festero, con unas celebraciones que, muy por encima de las necesarias restricciones por la pandemia que a todos nos afecta, dejarán testimonio y huella de lo que este pueblo significa para la capital insular y para la Isla toda; y en los sentimientos de propios y foráneos aflorará el cantar «San Lorenzo, pueblo y estío, / galano recuerdo de los amores míos,/ en las ramas de mi vida, -como sugirió un lejano poeta- / hay tres verdades prendidas / que te quise, que te quiero /y que te querré mientras viva…»
Llegan ya los días de agosto en que los fuegos de San Lorenzo son santo y seña de toda la Gran Canaria. Horas en que la convivencia, y hasta la «conbebencia», alegre y participativa de vecinos y foráneos, hacen de su plaza y de sus calles un verdadero hogar isleño. Momentos cuyas imágenes y estampas pervivirán este año en nuestras almas como parte del ser y sentir grancanario, y no habrá añoranza pues sus vecinos, con el tesoro de siglos y tradiciones que los envuelve, sabrán vivirlas, de distinta forma, pero con la intensidad de siempre, pues lo que es grande de verdad no pasa nunca desapercibido, y será propósito y sueño para llegar a un nuevo estío en que los fuegos coronen la noche isleña.
Fuente: https://www.canarias7.es/