POR ANTONIO BOTÍAS SAUS, CRONISTA OFICIAL DE MURCIA.
Una larga fila de penitentes, ocultos sus rostros bajo capuchones negros, avanzaban por las calles desiertas. En sus manos, hachas de viento o antorchas, que cubrían de humo cierto ataúd tosco, de muerto humilde.
Una música lúgubre sorprendía a los parroquianos, que ya andaban entre las sábanas. Nadie reparó entonces en que era la última noche de Carnaval. La procesión, recorridas algunas calles del corazón de la ciudad, se detuvo. Depositaron el féretro en el suelo y, ante el asombro de los menos avisados, lo prendieron. Luego se supo que en su interior había «una miserable sardina». Pero aquella noche de 1851 nadie podía imaginar que la sencilla mascarada alcanzaría proporciones formidables.
https://www.google.es/…/siglo-medio-entierro-20100411…
FUENTE: https://www.facebook.com/Abotias