POR PEPE MONTESERIN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Cuando mañana contemple en el Bellas Artes el “Retablo de la Flagelación de Leonor de Velasco”, saldré de dudas acerca de si el flagelado es Nuestro Señor Jesucristo y se trata de una obra que fue propiedad de Leonor, o bien, como se deduce del título, sin comas, la flagelada es la mismísima Leonor de Velasco, lo cual añadiría un plus de morbo y una novedad en los martirologios iconográficos, donde Cristo lleva la palma.
No obstante, al ser un óleo datado entre 1486 y 1494, me temo (no me atrevo a decir que lo lamento) que la flagelada no sea Leonor, al menos no la Leonor de Velasco que en su juventud acompañó a la emperatriz María Ana, hermana de Felipe IV y futura madre de Mariana de Austria, a la corte de Viena, porque, en ese caso, estaríamos hablando de un artista del siglo XV que pinta doñas flageladas en el XVII, y eso cuadraría más bien en el museo de Íker Jiménez.