POR ANTONIO SÁNCHEZ MOLLEDO, CRONISTA OFICIAL DE MALANQUILLA (ZARAGOZA).
Era el 5 de octubre de 1804. A la altura del Cabo de Santa María, en el sur de Portugal, cuatro buques británicos atacaron por sorpresa un convoy español que viajaba de vuelta de América cargado de riquezas. Los ingleses, comandados por el vicealmirante Graham Moore, no temblaron a la hora de romper el Tratado de Paz de Amiens ni de hacer saltar por los aires la fragata Nuestra Señora de las Mercedes. Fallecieron cerca de 250 personas, en su mayoría civiles, y con ellos se hundió uno de los mayores tesoros jamás rescatados de las profundidades del mar.
Casi 200 años después del naufragio, en 2007, unos cazatesoros de la empresa Odyssey Marine dieron con el pecio de la Mercedes desatando así un conflicto internacional que se saldó con la vuelta del tesoro a puerto español.
Guillermo Corral, aquel funcionario encargado de devolver el tesoro de la Mercedes a España, es el embajador de nuestro país en Estonia. El conflicto se produjo siendo César Antonio Molina ministro de Cultura.
La Mercedes venía cargada de monedas de plata, lingotes de oro, cañones, y telas de vicuña, quina y canela procedentes de Perú. Y el segundo atraco fue dos siglos después. La empresa de cazatesoros Odyssey Marine Exploration (OME), la mayor organización mundial dedicada a la búsqueda y captura de tesoros submarinos que cotiza en el Nasdaq, extrajo del lecho marino el mayor conjunto de monedas jamás encontrado; 17 toneladas de plata acuñadas en 594.000 monedas que se embalaron en 2.800 cajas metálicas.
Estas monedas, de 8 reales cada una, con un puñado de escudos de oro, también hallado en el pecio, se tasaban en 385 millones de euros.
El suceso ha inspirado a Alejandro Amenabar para la realización de la serie La Fortuna.
Hace unos días pude ver parte de ese descomunal tesoro en el Museo Nacional de Arqueología Submarina en Cartagena donde se encuentra depositado para su estudio.