POR MARIA TERESA MURCIA, CRONISTA OFICIAL DE FRAILES (JAÉN).
La crisis del 98 representa el comienzo de la propia crisis del sistema de la Restauración. Mientras Europa vive un largo período de paz y de desarrollo económico, una España atrasada y aislada internacionalmente no va a ser capaz de contener el irresistible empuje del imperialismo norteamericano. A consecuencia de la pérdida de nuestras últimas colonias, España vivirá una de las más graves crisis de conciencia de su historia: la crisis del 98.
El levantamiento cubano fue dirigido por José Martí, quien, apoyado por los campesinos, sublevó, en 1895, la parte oriental de la isla. Tras fallar la inicial política de reconciliación, el gobierno y el ejército español aplicó una táctica de guerra total; creación de líneas fortificadas, destrucción de edificaciones…
En ninguno de los teatros de guerra de la guerra hispano-cubana-filipina-americana, mal llamada guerra hispanoamericana, la guerra resultó ser más espléndidamente pequeña que en Puerto Rico. Las hostilidades rompieron en la mañana del 12 de mayo de1898 cuando la formidable escuadra naval del almirante William T. Sampson vomitó una tormenta de fuego y metal sobre las murallas de la antigua ciudad de San Juan. El bombardeo, el primer ataque militar sobre Puerto Rico en más de un siglo, duró tres horas y dejó un saldo de un solo muerto en el bando español. Un bloqueo naval de la isla siguió al bombardeo inicial y diez semanas después, el 25 de julio, desembarcaron las tropas norteamericanas en el puerto de Guánica bajo el mando del general Nelson A. Miles. La contienda duró sólo 19 días, y durante la misma sólo murieron 3 soldados norteamericanos.Las bajas entre los españoles alcanzaron sólo 17.
Sin embargo, en 1896, los independentistas tagalos (los pobladores autóctonos) se sublevaron, y hostigaron a las tropas españolas a través de una guerra de guerrillas. La respuesta del ejército colonial, al mando del general Polavieja, fue innecesariamente dura. Entre sus víctimas figuró José Rizal, líder autonomista filipino, acusado injustamente de complicidad con el Katipunan, dirigido por el independentista Emilio Aguinaldo. Su muerte supuso un error de las autoridades coloniales y prendió la mecha definitiva de la sublevación, avivada ya por las noticias de la revolución en Cuba en 1895.
Desde hacía varios años, Washington pretendía arrebatar a Madrid el control de la isla de Cuba. En 1898, al estallar la guerra hispanoamericana, las cosas pintaban mal para España. Estados Unidos convenció a Aguinaldo para que regresara a Filipinas y encabezara la insurrección contra la metrópoli. Los estadounidenses, por su parte, invadieron el archipiélago el 1 de mayo de 1898.
La flota comandada estadounidense derrotó sin problemas a la armada española. El gobierno de Madrid no estaba en condiciones de enviar más efectivos a Filipinas porque se estaba desangrando en la guerra de Cuba. Cavite se rindió en mayo, y Manila capituló tres meses después. La firma en diciembre del tratado de París entre España y Estados Unidos ponía fin al dominio hispano sobre el archipiélago.
Había estallado una nueva confrontación, pero algunas tropas españolas ni siquiera sabían que su guerra había terminado. En Baler, un pueblo situado a 180 km de Manila, un destacamento de 50 hombres resistió el asedio de los indígenas durante 337 días. Cuando los sitiadores les enseñaban los periódicos de Madrid para convencerles de que la contienda había finalizado, creían que se trataba de una buena imitación. Solo se dieron cuenta de que aquella prensa era auténtica cuando el teniente Saturnino Martín leyó una noticia sobre el matrimonio de un amigo suyo. Ante aquella evidencia, la guarnición aceptó deponer las armas.
La vida te da sorpresas … y revisando archivos, me encuentro con una pieza documental cuya signatura es Legajo 85. Pieza 38. Guardada en el Archivo Municipal de Frailes (AMF), proporciona información del Gobierno Militar de la provincia de Jaén, fechado el 28 de julio de 1897 y dirigida al Alcalde de Frailes, que era, Florencio Alba Garrido.
En ese documento se informa que el 11 de junio entró en el puerto de Barcelona procedente de Filipinas el Vapor Montevideo, que traía a bordo a los jefes, oficiales e individuos de tropa que nombraremos. Mejor dicho nombramos ya que se trata de José Cano Otero, que procedía de Filipinas, y que pertenecía al Batallón Cazadores de Cuba, este soldado había sufrido heridas en campaña. Ello había hecho que volviese a su pueblo natal, Frailes.
Tres son los grupos de reclutas con destino a Cuba, Filipina y Puerto Rico, y quedó repartido de la siguiente manera:
Grupo de Cuba: Antonio Aceituno García, Francisco Expósito Martín, Rafael Expósito Arias, Antonio Serrano Romero, Amadeo Martín Garrido y Baldomero Peña Aceituno.
Grupo de Filipinas: Antonio Cano Moya, Miguel Zafra Gómez y Antonio Cano Atero.
Grupo Puerto Rico: Valentín Martín Valverde.
Un total de 10 fraileros son los reclutados para combatir en la guerra de las Colonias Españolas. Situaciones y momentos difíciles se vivieron en estas guerras de fin de siglo XIX. A finales de año, 1897, el Ayuntamiento acuerda que en vista del mal estado en que se encuentran los soldados que por enfermos regresan de Cuba, se acuerda por unanimidad concederles quince días de socorro, a 65 pesetas para cada uno.
Y la última noticia es que el 2 de mayo, pero ya en 1899, el Ayuntamiento acuerda abonar los gastos del funeral del soldado Rafael Anguita Arias, que había fallecido en abril de ese año. No son estas las únicas noticias de las guerras en las colonias, en los libros de Actas y en legajos de quintas y milicias aparecen otras referencias al conflicto.
Políticos, periodistas y escritores de comienzos del siglo XX, en pleno auge colonialista, se sintieron obligados a racionalizar la pérdida de los últimos restos del Imperio Ultramarino Español. Tanta importancia alcanzó aquel movimiento intelectual que, hoy en día, 1898 sólo evoca el nombre de una generación literaria para la mayoría de los españoles. Y pocos recuerdan que aquel año marcó el final de una guerra de cuatro años de duración, en la que casi 50.000 familias perdieron un hijo y cuyas secuelas afectaron a un cuarto de millón de jóvenes. La pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas no sólo debe atribuirse a las derrotas navales de Cavite y de Santiago de Cuba debacles que obligaron a capitular sin apenas combatir a las tropas terrestres, sino también a la inestable situación interna, conjugada con la insolidaridad e inhibición de todos los países europeos.
FUENTE: http://cronistafrailes.es/fraileros-que-combatieron-en-cuba-puerto-rico-y-filipinas