FRANCESES EN CÁCERES
POR FERNANDO JIMENEZ BERROCAL, CRONISTA OFICIAL DE CÁCERES
Las relaciones entre España y Francia no han sido precisamente un modelo de buena vecindad a través de la historia. Han sido muchos los enfrentamientos que se han producido desde finales del siglo XV, hasta principios del siglo XIX, cuando se desarrolla la conocida como Guerra de la Independencia. Motivos tanto religiosos como de carácter territorial, han estado presentes en los diferentes enfrentamientos con los vecinos del norte.
El 21 de enero de 1793 es ejecutado el último rey francés Luis XVI, el miedo a que las ideas revolucionarias se propaguen por Europa, con el consiguiente contagio entre la población de las demás monarquías del continente, fuerzan a España a coaligarse con Inglaterra para frenar a la Francia revolucionaria.
Este hecho será decisivo para que en marzo de 1793 se declarase la guerra a España, por parte del Estado francés. La denominada Guerra del Rosellón o de los Pirineos, se extenderá hasta la firma de la Paz de Basilea en 1795, cuando el ejército galo había ocupado diferentes territorios de Cataluña, Navarra o País Vasco.
En el Cáceres de 1793 se recibe una Real Provisión firmada por el rey Carlos IV, donde se exige a las autoridades locales, se informe sobre todos aquellos ciudadanos de origen francés que habiten en la villa, tanto si eran domiciliados como no domiciliados, los llamados residentes.
El motivo era conocer quiénes eran los franceses que vivían en Cáceres, así como cuáles eran sus ocupaciones principales y el nivel de integración que éstos tenían entre la población. La Real Provisión, incluso, establecía los oficios principales que estos extranjeros tenían habitualmente en España; mercaderes de tienda y barrio, sastres, peluqueros, banqueros y modistos. La expulsión era efectiva también para sus mujeres e hijos, aunque hubiesen prestado juramento tanto a las leyes, como a la religión y al rey.
La colonia francesa en el Cáceres de 1793, no es amplia pero si es activa en lo referido a la vida comercial de la villa. Aparte de tres frailes nacidos en la Bretaña que se hallaban prestando servicios religiosos en el convento de San Francisco, la población francesa local la comprendían, entre otros, comerciantes como Pierre Belaune, Pedro Loas o Beltran Deos que eran caldereros. Miguel de Fia peluquero, Gregorio Olivier cocinero, Francois Beltran sombrerero, Jean Fusan mesonero, Jean Marie de Mais peluquero y Josef Bernarelo sirviente.
De todos ellos sabemos su ciudad o pueblo de origen, sus profesiones y el lugar donde habitaban en la villa, gozando siempre del apoyo de los vecinos que los tienen por personas emprendedoras. Incluso conocemos para quien trabajaban, principalmente para las clases altas de la villa que se podían permitir tener cocineros, mayordomos o peluqueros de origen francés, un hecho que aportaba prestigio a la nobleza local.
Era el caso del Marqués de Santa Marta que tenía a su servicio al francés Gregorio Olivier como cocinero, al portugués José González como cochero y al italiano Giuseppe Vila como ayudante de cámara.
