POR PEPE MONTESERÍN, CRNISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
El Campo San Francisco florece cada primavera, por San Mateo brotan así de bares en el Bombé, acoge de sobra las giras del bollu preñau, parejas de toda índole cortejan en sus bancos, que registran promesas de aquí te espero; ni un año hace, barnizamos el quiosco de la Chucha y las estatuas parecen bastantes como para invertir más en mármol. No parece que el pulmonín del Oviedín del mocasín necesite franciscanos ni clarisos sino cristianos, en habiendo tanta penuria pocos metros más arriba; hablo del Cristo, el suburbio abandonado del viejo Hospital, del crimen urbano cometido con la connivencia de distintos gobiernos municipales y autonómicos, por acción, omisión, concusión y denegación de auxilio. Decía mi abuelo que si había que creer en algo que no se ve, prefería los milagros a los bacilos; el Cristo-Buenavista funcionaba bien con los bacilos pero ahora necesita milagros. Y que no nos vacilen.
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