POR FRANCISCO PINILLA CASTRO Y CATALINA SÁNCHEZ GARCÍA, CRONISTAS OFICIALES DE VILLA DEL RIO
A pesar de haber de haber ostentado a mediados del siglo XVIII el más alto cargo de gobierno en España de la Orden Trinitaria Descalza y de haber muerto longevo en olor de santidad, un velo de olvido y desconocimiento cubre la figura y la vida del ilustre y venerable villarrense Fray Cristóbal de la Concepción (Villa del Río 1697, Baeza 1785).
Breve reseña de la Orden Trinitaria
Durante el siglo XII el enfrentamiento entre cristianos y musulmanes (Cruzadas, Reconquista española, piratería, etc.) hace que muchos contendientes –en ambos bandos- caigan prisioneros.
Parece ser que un gran número de cristianos cautivos apostataban de su fe como recurso para conseguir la libertad.
En estas circunstancias el provenzal Juan de Mata (Faucón, Provenza 1160 – Roma 1212), acabado en París su doctorado en Teología, fundó, junto con Félix de Valois, una orden, bajo la advocación de la Santísima Trinidad, para la redención de cristianos cautivos.
“Redactada la Regla y organizadas las primeras comunidades de frailes Trinitarios, marchó a Roma en 1.198 y obtuvo la aprobación el Papa Inocencio III. Recorrió infatigablemente Francia, Italia y España, erigiendo conventos y hospitales. Sus últimos años transcurrieron en Roma donde falleció el 17 de Diciembre de 1.212”.
La Orden Trinitaria se extendió por toda Europa y alcanzó su máximo apogeo en el siglo XV. A partir de este siglo se inicia un periodo de decadencia hasta finales del siglo XVI en que fue reformada.
En España esta reforma la llevó a cabo en 1.599 Juan Bautista de la Concepción, surgiendo de ella un grupo aparte: los Trinitarios Descalzos.
Los Trinitarios Descalzos desde 1631 tuvieron plena autonomía respecto a los Calzados al concederle el Papa Urbano VIII tener su propio Ministro General. Para su gobierno la Orden Descalza se dividió en España en tres provincias: Inmaculada (Norte), Espíritu Santo (Centro) y Transfiguración (Sur).
Según el diccionario de Historia Eclesiástica de España, dirigido por Quintín Aldea: “En 1733 dividióse la descalces en dos familias intra y extra-hispana… El primer sexenio debía elegirse como Ministro General un religioso de la familia intrahispana, y para la extra-hispana se nombraba un Comisario General de entre sus miembros, cambiando la suerte en el segundo sexenio, y así alternativamente.
Cristóbal Antonio Ruiz-Rey de Lara
Un siglo después de que Juan Bautista de la Concepción llevara a cabo su reforma, vino al mundo en Villa del Río, en el seno de una humilde familia, Cristóbal Antonio Ruiz-Rey Lara, futuro Comisario General de los Trinitarios Descalzos españoles.
Fue el tercero de los siete hijos que tuvieron el matrimonio formado por Baltasar Ruiz-Rey y Ángela María de Lara, y nació el 17 de Octubre de 1697.
En 1994, al iniciar mi investigación sobre este Comisario General, sólo contaba con una breves frases que Luis María Ramírez y las Casas Deza le dedica en su obra Corografía Histórico Estadística de la Provincia y Obispado de Córdoba, al hablar de Villa del Río: “Es Padre del V. P. Fray Cristóbal de la Concepción Trinitario descalzo Comisario General de su Orden, que nació en 1.697 y murió con opinión de santidad en Baeza en 1785”.
Mi trabajo se ha visto fuertemente condicionado por dos circunstancias:
– Dificultad para conocer sus raíces familiares ya que al ser fraile de una orden descalza perdió sus apellidos al entrar en ella (que fueron sustituidos por la advocación religiosa “de la Concepción”.
– Dificultad –mucho mayor- para acercarme a su trayectoria personal y religiosa dentro de la familia Trinitaria, puesto que “la desamortización del siglo XIX supuso para la Orden la pérdida de todos los archivos conventuales”.
Raíces familiares
El haber podido localizar sus raíces familiares se debe a la feliz casualidad de que de los veintitrés varones nacidos y bautizados en Villa del Río en 1697, a sólo uno se le puso el nombre de Cristóbal.
La cabeza troncal de los Ruiz-Rey villarrenses, al parecer oriundo de Lopera, arranca, según los libros parroquiales, del matrimonio formado por Martín Ruiz-Rey y María Díaz, casados antes de 1.574, pues en ese año nace su hijo Francisco (que es el que continúa la saga).
Posterior a esa fecha a los Ruiz-Rey los encontramos en los sucesivos padrones de vecinos de 1607, 1629 y 1752.
Económicamente, los padres de Cristóbal son una familia humilde puesto que en el entorno familiar sólo aparecen dos testamentos, el de su tío paterno Francisco y el de su abuela materna Marina.
Cuando en 1737 fallece su padre, en la inscripción de defunción dice textualmente: “No testó por ser pobre”.
El único patrimonio de la familia era su casa morada en la calle Real esquina a la calle Aceñas. (En la actualidad sobre su solar han edificado los hermanos Agudo Navarro).
Por el Catastro de Ensenada sabemos que en 1.752, Ángela María, viuda, conserva la casa de Villa del Río, pero vive en Baeza a donde debió de marchar después de la muerte de su marido con los hijos solteros al cobijo del hijo fraile. Marina, casada con Melchor Vacas, continuó en Villa del Río.
Fray Cristóbal de la Concepción
La pérdida de los archivos conventuales impiden que sepamos con qué edad ingresó en la Orden Trinitaria, en qué convento, sus estudios, qué cargos intermedios desempeñó dentro de la misma, cómo realizó sus tareas de gobierno durante los años que ejerció el supremo mandato y qué escritos salieron de sus manos.
El lugar y la fecha en que fue nombrado Comisario General me los proporcionó desde Roma el P. fray Pedro de Aliaga, tomados de los escritos del P. Antonio de la Asunción: “En el capítulo general intermedio celebrado en Alcalá de Henares el día 15 de mayo de 1756, fue elegido Superior General de la Familia de Jesús Redentor el Rvdo. P. Juan de la Concepción, habiendo abdicado de su cargo nuestro Rvdo.P. Estanislao del Santísimo Sacramento, Ministro General, nombró Comisario General para la dicha Familia al Rvdo. P. Fray Cristóbal de la Concepción”.
En el contexto histórico social del Antiguo Régimen, en el que el nacimiento determinaba la trayectoria vital de los individuos, pertenecer a una familia sin medios económicos, sin una gran relevancia social, y, por tanto, ajena a los círculos del poder, y subir tan alto en el gobierno de la Orden Trinitaria Descalza, atestigua su valía personal.
Por ello, rescatarlo del olvido y mostrarlo a sus paisanos actuales es para cualquier investigador un acto de justicia histórica; pero es que además, personalmente para mí –que algo sé de , de cárceles y de penados y ejecutados-, es tremendamente gratificante que este antepasado mío (octavo tío-abuelo paterno), en sus circunstancias, y siguiendo los dictados de su conciencia, profesara en una Orden cuya primordial objetivo era redimir y ayudar a los cautivos. Uno de estos cautivos, rescatado hace más de cuatrocientos años por los monjes trinitarios “de la amarga prisión triste y oscura” se llamó –y se llama- Miguel de Cervantes.