POR ALBERTO GONZÁLEZ, CRONISTA OFICIAL DE BADAJOZ
En estos días en los que según algunos se goza mayor libertad que nunca, hay que tener mucho cuidado con lo que se hace, lo que se dice, y hasta lo que se piensa.
Se puede invadir una casa y arrebatársela a sus propietarios; quemar un monte; robar todos los días un coche; drogarse; exhibirse desnudo por la calle; asaltar comercios; prevaricar; ensalzar el terrorismo; escarnecer a la Guardia Civil; insultar al Rey o quemar la bandera de España, sin apenas consecuencias.
Pero que a nadie se le ocurra apartarse de lo que manda o prohíbe el gobierno, o las imposiciones de ecologistas, progresistas y demás lobbies, porque se ha caído con todo el equipo.
Por eso, para saber en estos momentos de tanta confusión, dónde y cómo podía fumar mi pipa tranquilamente, según tengo por costumbre hace sesenta años, sin ser detenido, decidí consultar la normativa vigente.
La aplicable en ese momento –ignoro si ha sido modificada, porque no he vuelto a leerlo– era la Resolución de la Consejería de Sanidad y Servicios Sociales de 17 de agosto de 2020 (DOE núm. 160. Martes 18 agosto 2020) que establece las últimas medidas de salud pública ante la covid-19.
Se trata de un farragoso texto de siete páginas en el que destacan tres aspectos. Uno, el errático camino seguido en la gestión de la pandemia que evidencia la multiplicidad de normas dictadas, anuladas o modificadas, indiciarias de no tener un norte claro. Seguidores habituales del DOE me dicen que disposiciones semejantes, tan oscuras en fondo y forma, son frecuentes en sus páginas.
En esa línea destaca también su mejorable redacción, repetitiva y enmarañada. Todo para decir, en lo que al tabaco se refiere, que «no se podrá fumar en la vía pública o espacios al aire libre cuando no se pueda respetar una distancia mínima interpersonal de, al menos dos metros». El administrativo no es genero para florituras literarias, pero inteligibilidad y corrección sintáctica sí le son exigibles.
Y sobre todo resalta la insistencia en la ‘nueva normalidad’, idea que se remacha siete veces, unas con mayúscula y otras en minúscula; con comillas y sin ellas, denotando el poco esmero puesto en la redacción. Aunque eso es lo de menos, porque el fondo del asunto es vender la nueva normalidad. Un oxímoron: porque si es normalidad no es nueva; y si es nueva no es normalidad, sino algo distinto que sustituye a la anterior, y que ya estamos viendo en qué consiste: chitón y quieto.
Así que como con el DOE no me he aclarado mucho seguiré con mi pipa como hasta ahora, respetando bien los dos metros y procurando no molestar a nadie.
Aunque lo grave y realmente preocupante es que quienes han gestionado así lo de fumar, y redactado esta resolución, son los mismos que gestionan la vuelta al colegio de los niños.
Fuente: https://www.hoy.es/