ENTREVISTA A GABRIEL SEGURA HERRERO, CRONISTA OFICIAL DE ELDA (ALICANTE)
El cronista de Elda, Gabriel Segura, ofrecerá mañana lunes a las 19:30 horas en el salón de actos del Museo del Calzado la conferencia titulada «Manuel Bellot. Honor y gloria para un alcalde». Esta charla se enmarca en el ciclo de conferencias “Los lunes son de la UNED” que la sede de la Universidad de Educación a Distancia ofrece a la población.
Manuel Bellot Orgilés fue alcalde de Elda entre agosto de 1936 y julio de 1938. Le tocó gobernar en las peores circunstancias posibles, ¿no?
Sí, sin lugar a dudas. La guerra civil ha sido la peor de las tragedias que vivió España durante el siglo XX; un momento trágico, violento y convulso donde los haya. Manuel Bellot fue nombrado presidente del consejo municipal de Elda, lo que hoy equivaldría al Ayuntamiento, en el peor de los escenarios políticos: una guerra civil, con todo lo que ello conlleva de muerte, destrucción, violencia, tragedia, odio, hambre, etc.
¿Fue un hombre valiente por asumir el cargo en pleno estallido de la guerra?
No tengo la menor duda. Su elección responde al fuerte componente anarquista del sindicalismo eldense durante el primer tercio del siglo XX. Era una figura de referencia en la CNT local y comarcal, tanto a nivel intelectual como de movilización obrera, con una trayectoria intachable de lucha de clase, que se vio condicionado por la extraordinarias circunstancias bélicas para asumir la gestión del municipio. Tuvo que hacer frente a la violencia de la época, como la demolición de la iglesia parroquial de Santa Ana.
Efectivamente, el asalto y la quema del antiguo templo de Santa Ana fue la primera acción revolucionaria que tuvo lugar en la Elda de julio de 1936. El 21 de julio las turbas eldenses, alentadas y exhortadas por agitadores anarquistas venidos desde poblaciones de la comarca de la Marina Alta, asaltaron, saquearon e incendiaron el templo barroco de Santa Ana. Agosto y principios de septiembre serán días en los que se debatirá qué hacer con el edifico de la iglesia. Hasta que el pleno municipal del 10 de septiembre acuerda el derribo del templo. Medida a la que Manuel Bellot se opuso, siendo coaccionado e “invitado” a votar a favor por uno de sus compañeros.Quizás fue el episodio de mayor pérdida patrimonial, artística y cultural vivida en toda la historia de Elda.
Pero la violencia no solo se cebó con el templo. Lo más grave durante los primeros meses de la guerra fueron los conocidos como “paseos”. Verdaderos asesinatos auspiciados por los pistoleros al margen de la ley que campaban a sus anchas, cometiendo fechorías, tropelías y asesinatos impunemente.
¿Salvó vidas este alcalde?
Cuando Manuel Bellot accede a la alcaldía de Elda el 26 de agosto de 1936, por designación del gobernador civil de la provincia, su principal objetivo es poner fin de forma inmediata a la actuación libre y al margen de la ley del Comité de Salud Pública que, a modo de pistoleros del Oeste americano, asesinaban impunemente a todo lo que oliera a incienso, clero, derecha o pensamiento político contrario. Tardó varios meses en imponer su autoridad y hacerse con el control efectivo de la situación. Tiempo durante el cual, entre agosto y diciembre de 1936, son asesinados en Elda un total de 26 personas, entre ellas dos mujeres y tres sacerdotes. Al final consiguió hacerse con el control y parar los asesinatos. Intercediendo desde entonces, tanto en Elda como en Alicante, por la suerte de otros detenidos a los que salvó la vida, caso de Francisco Alba y el doctor Miguel López.
¿Se le reconoció esto por el bando vencedor de la guerra?
Todos estos asesinatos le fueron achacados en abril de 1939, como máxima autoridad municipal, en el juicio sumarísimo al que fue sometido tras su detención. Juicio en el que no fueron tenidos en cuenta los atenuantes ya comentados o su intervención personal en la salvación de la comunidad de hermanas carmelitas que trabajaban en el Hospital Municipal de Elda, a las que puso bajo su directa protección para que pudieran seguir prestado sus servicios sanitarios durante toda la guerra, sin que fueran molestadas. Únicamente, parece que les puso la condición de que sustituyeran su hábito carmelita por el mono de milicianas. Y así llegaron hasta el final de la guerra sin ser molestadas.
Acabó fusilado, ¿su cuerpo sigue olvidado en la fosa común de Alicante?
Efectivamente, juzgado a finales de abril de 1939, fue condenado a muerte el 10 de mayo siguiente; siendo fusilado en el cementerio de Alicante, un martes 11 de julio de 1939, junto a Antonio Beltrán Jiménez y Juan Beltrán Richarte. Sus cuerpos yacen en la fosa común que ahora denominamos como Fosa IX del Cementerio de Alicante. Fosa en la que todavía no se han llevado a cabo trabajos de excavación, exhumación ni identificación. En este sentido, no hay que olvidar que en las fosas comunes del cementerio de Alicante hay enterrados 23 eldenses fusilados entre 1939 y 1942. Personalmente, creo que es de justicia y de caridad cristiana, la necesidad de proceder a la exhumación e identificación de todos, para que puedan reposar con sus familiares o en sus lugares de origen.
¿Cómo definiría a Manuel Bellot como persona?Un hombre bueno y honesto, comprometido con sus ideales, que solo perseguía un mundo mejor y más justo para todas las personas. Sin ser cristiano, pues era de ideología anarquista, sus ideales humanistas le acercan a muchos postulados cristianos.
¿Elda ha honrado su recuerdo?
No. La figura de Manuel Bellot Orgilés es una de esas deudas que todavía pesa sobre nuestra memoria colectiva. No hay nada en Elda que recuerde su memoria. Su cuerpo descansa de forma anónima en una fosa del cementerio de Alicante. Su memoria ha sido casi olvidada en la ciudad por la que luchó y se dejó la piel casi literalmente para dar de comer a los eldenses cuando la guerra generó carestía de alimentos básicos. Tenemos en Elda calles y jardines dedicados a varios alcaldes del siglo XX, caso de José Joaquín González Amat, Joaquín Coronel, Francisco Alonso o José Martínez González, pero ningún recuerdo a ninguno de los “tres Manueles”: Manuel Bellot, Manuel Vera y Manuel Alberola, los tres alcaldes de Elda durante la guerra civil. Repito, el peor y más trágico momento que vivió Elda durante el siglo XX.
¿Qué propone para ello?
Es necesario recordar la figura de Manuel Bellot Orgilés. Que su ejemplo sea conocido por las jóvenes, y no tan jóvenes, generaciones, como ejemplo de compromiso personal con sus ciudadanos. Manuel Bellot se merece algún reconocimiento público, más allá de los escritos y charlas del cronista oficial de la conferencia de la UNED.
Se merece algún honor a título póstumo, que su cuerpo descanse en tierra eldense; algún espacio público a él dedicado o un busto, pues en el reconocimiento de la figura de Manuel Bellot el presente de Elda se reencuentra con su pasado.Manuel Bellot necesita un estudio histórico en profundidad de su biografía, de su trayectoria y compromiso político, de su obra y de su gestión municipal. Esa quizás es la mayor de las deudas que tenemos con su memoria.