POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
En el último GH, de Tele 5, un concursante grandote, reflexionando sobre el amor, declaró que le gustaría compartir su vida con una mujer que le escupiera. No me pareció un proyecto desmesurado, francamente. Digo esto porque el sábado de noche sufrí en silencio el partido de la Eurocopa Croacia-Portugal y cada vez que el realizador ofrecía el primer plano de algún futbolista, aparecía lanzando escupitajos, lo contrario de suspiros; las imágenes, a cámara lenta, ofrecían tal calidad que uno llegaba a distinguir el ADN en las babas de Modric, de André Gómes, de Silva, de Rakitic, que escupió hasta el minuto 109; de Cristiano, que esputa más que protesta… La FIFA prohíbe a los espectadores lanzar bengalas, escarmentada tras aquellos incendios de Chicago, pero tanto salivazo, al amor del fútbol, se le atraganta a uno y teme volver a las inundaciones del Mississippi.
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