CON JOSÉ MARÍA SUÁREZ GALLEGO, CRONISTA OFICIAL DE GUARROMÁN (JAÉN)
Mucho me temo que Stanley Kübrick, cuando pasó a treinta y cinco milímetros la epístola sideral de A.C. Clarke, «2001: Una Odisea del Espacio», no se planteó que el hombre antes de ser un vulgar engullidor de hamburguesas en Nueva York –su ciudad natal, por cierto–, ya mojaba pan en aceite, de oliva por supuesto, y le escudriñaba los secretos al vino frente al Mediterráneo intentando adivinar la geometría de la inmensidad del horizonte. Que, oye tú, aquí hay materia como para realizar una tesis «aptocumlaude» en la universidad.
El hecho es, qué quieres que te diga, que si Stanley Kübrick –el de «Lolita» y la «Naranja Mecánica»–, imaginó que nuestro hermanastro el mono ascendió a la división de «homo sapiens» lanzando un hueso a los aires a los sones de «Así habló Zaratustra», convirtiéndolo por arte de birlibirloque en una nave espacial, con ordenador librepensante y homicida incorporado, es porque no conoció, ni gozó, las excelencias de una sociedad gastronómica de las que pisan nuestro suelo patrio
Pretendo decir que Stanley Kübrick, si hubiera tenido la suerte de pertenecer a una sociedad gastronómica, de esas que hacen del queso Olavidia, el paté de perdiz y los pasteles de Guarromán, por poner un ejemplo de la rica cocina de Jaén –a fin de cuentas, nos quitarán los trenes, nos ningunearán en todos los presupuestos, pero acabaremos haciendo la revolución sempiternamente pendiente de Jaén por Jaén a fuerza de cacerolas y cucharas, aunque sean de palo–. Pretendo decir, repito, que, si a Stanley Kübrick le hubiera ido esto del comer bien, tertulia incorporada –a pesar de todo también nos queda la palabra–, la escena del mono tirando el hueso a los cielos, la hubiera cambiado por el mono voluntarioso haciendo rodar una mesa cuesta abajo. El hombre, descubierta la forma de hacer el fuego, inventó la cocina, con ella vino la mesa redonda, y puestos todos alrededor nació la tertulia. Echada la mesa a rodar, ¡vete a saber por qué dimes y diretes! nació la rueda, y con ella todo lo que para bien o para mal hoy llamamos civilización occidental.
Nunca como en las épocas de crisis, sobre todo si son éticas, prolifera el gusto por el buen comer. El sibaritismo más refinado. La «gastromanía» como sublimación del hombre que añora el mono que fue anteayer mismo, como quien dice, cuando echada una mesa a rodar se convirtió en la rueda que mueve nuestro ir y venir por los tiempos y las culturas.
En fin, una señal inequívoca de que vivimos tiempos de crisis ético sociales y recurrimos a los manteles y las perolas como la última oportunidad de acudir a la catarsis purificadora a través del lujo que renace de las cenizas de los propios fracasos, como si del reflejo de un desnivel social nunca colmado y satisfecho, se tratara.
No sé por qué, pero siempre me ha llamado poderosamente la atención el hecho de que Jesucristo, para instituir el vértice donde pivota todo su mensaje humanista, se reuniera a cenar con sus amigos efectuando el más sobrecogedor de los brindis que haya conocido la Historia: “¡Para que os améis los unos a los otros!” No ha de sorprendernos, tampoco, que el primer milagro de quien «anduvo en la mar», en el sentido más machadiano, consistiera en convertir el agua en vino a petición de su madre, ¡ahí es nada¡, y que el prodigio más sonado, cuantitativamente hablando, fuera llenar cientos de cestas de panes y peces en una gran comida colectiva, preludio de nuestras romerías.
Y es que al hombre y a su hermanastro el mono, desde que el mundo es mundo, se les gana con el condumio. Tal vez sea por ello por lo que hay tantos estómagos agradecidos apuntados a la sopa boba conformista del a-mí-que-me-dejen-en-paz, haciéndoles cortes de manga a la realidad evidente, y esperando a que se eche a rodar la mesa y volvamos a reinventar la rueda, y con ella reinventarnos a nosotros mismos, lo cual, dicho sea de paso, tanta falta nos va haciendo para no acabar comiéndonos los unos a los otros.
(Publicado en Diario Jaén el viernes 6 de septiembre de 2024)
FUENTE: https://josemariasuarezgallego.com/2024/09/07/gastromania-y-catarsis/