POR ALBERTO GONZÁLEZ, CRONISTA OFICIAL DE BADAJOZ
Las anécdotas y curiosidades son la sal y la pimienta de la historia. Muchas identifican a una ciudad, un personaje o un hecho mejor que un tratado, siendo de ordinario lo primero que busca el forastero. A veces son descuidos, pero otras se trata de un juego del autor.
El astronauta y el dragón comiendo un helado de la catedral nueva de Salamanca, o las escenas irreverentes en capiteles y sillerías de numerosas iglesias, son buen ejemplo.
Buscar, sobre todo en la propia localidad, los gazapos que proliferan por calles y plazas es muy divertido. Badajoz cuenta con muchos bien conocidos y seguro que quedan bastantes más por hallar. Señalemos entre los detectados algunos, aunque sin desvelarlos del todo por si alguien quiere entretenerse en localizarlos.
En la Alcazaba, para desmentir a los empeñados en que la torre de la Horca estaba donde no estuvo, sobre una situada junto al Miradero, frente a la picota, un esgrafiado perdido en una de las ‘restauraciones’ sufridas por el monumento señalaba su posición real: «Aquí el verdugo. 1888». La Puerta de Palmas y otras muestran numerosas inscripciones grabadas a bayoneta por los centinelas durante las guardias.
El palacio de los Duques de Feria (Museo Arqueológico) luce un dragón devorando a un hombre, y un cangrejo. En el baluarte de Santiago una placa señala el año de su reconstrucción y la adición de la poterna: 1860. En el de Trinidad, piezas con alegorías religiosas indican el empleo de materiales reaprovechados del derruido convento anejo; y en el de Santa María luce la inscripción 1811 que algunos creen hecha a cañonazos. En la iglesia de la Concepción, el escudo machacado de Godoy evidencia el cainismo de nuestro pueblo. Uno de los edificios públicos más céntricos de la ciudad mantuvo en su puerta durante los cuarenta años de franquismo dos escudos de la II República. Y ahí siguen. Y otro, la fachada del Ayuntamiento, que también sigue. Como los cuatro curiosos escudos que la ciudad nunca tuvo en realidad que la coronan.
El monumento a Morales de San Juan luce hace casi un siglo un gazapo gramatical nunca corregido. Y el supuesto emblema masón de la casa Vaca no es tal, sino el de la Escuela de Arquitectura de Sevilla.
En uno de los mosaicos adosados a la iglesia de San Juan Bautista, un baldosín esta mal colocado; y en uno de los bancos de San Francisco, los mal puestos son dos.
Aunque, para colmo de gazapo, el más abracadabrante es el de una las placas que ostenta la avenida General Manuel Saavedra Palmeiro, en la que bajo el nombre, en lugar de: Capitán General de Andalucía, figura ‘capindaluciaral de atan gene del siglo XX’. Cuatro de seis piezas erradas. Y ahí sigue sin rectificar hace treinta años. Aunque mejor, porque ya es un clásico, parte del patrimonio de la ciudad.
Fuente: https://www.hoy.es/badajoz/gazapos-callejeros-20201101001235-ntvo.html