POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
De la trama de desvío de fondos públicos al Instituto Nóos, después de un año de no ver tierra, como la habanera de la bella Lola, se ha dictado sentencia: condenan a Iñaqui Urdangarín a seis años y pico de cárcel, poco pico. Ahora toca recurrir a la Audiencia, que, dada la “reformatio in peius”, no podrá perjudicar al apelante y suele disminuir la pena; luego, apelar al Tribunal Europeo, supranacional, que, con la mesura que da la distancia, atenuará el correctivo; seguidamente al Tribunal de Derechos Humanos, de Estrasburgo, luego a la munificente corte Mammals and Vertebrates Rights, de Ámsterdam, y aún queda la indulgencia plenaria en Santo Toribio de Liébana, antes de llegar a la Santa Sede para beatificar al pavo por malversación, prevaricación, fraude, tráfico de influencias, delitos fiscales, falsedad documental, estafa y blanqueo de capitales allá en la Tierra como en el Reino.
Fuente: http://www.lne.es/