POR SANTOS BENÍTEZ FLORIANO, CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE CÁCERES.
La mayoría de los cacereños saben que en Septiembre de 1166 un caballero portugués de nombre Geraldo Sempavor (Geraldo Sin Miedo) conquistó a los almohades Cáceres acompañado de un grupo de mercenarios, proscritos, salteadores y aventureros, que a mediados del siglo XII se dedicaron a la aventura guerrera asaltando villas y lugares tanto cristianas como musulmanas, que sufrían posteriormente el saqueo de todos los bienes.
Entre estas, y al servicio del rey portugués D. Alfonso Henriques, conquistó Serpa, Moura, Monsaraz, Évora y Juromenha en Portugal, y Trujillo, Santa Cruz de la Sierra, Cáceres, Montánchez, Lobón y puso cerco a Badajoz en España.
Geraldo fue un personaje legendario de la historia de Portugal en la época de la Reconquista a los musulmanes. Las Crónicas de la época se refieren a las tropas de Geraldo como un bando de ladrones que hacían la guerra por cuenta propia, otras lo tachan de un caballero muy esforzado y valeroso, comparándolo con El Cid Campeador, diciendo que era un caballero noble, valeroso y desprendido.
Opiniones muy dispares que van desde considerarlo un traidor sin escrúpulos a considerarlo como un auténtico héroe en la época de la Edad Media portuguesa. Pero en lo que todos están de acuerdo es que Geraldo fue uno de los grandes estrategas militares medievales.
De su biografía tenemos pocos datos fiables, desconocemos su lugar de nacimiento aunque la mayoría de los autores nos hablan de que procedía de la ciudad portuguesa de Beira. A raíz de la muerte de un noble amigo del rey Alfonso en Coimbra, donde estaba la corte portuguesa, comenzó una serie de conquistas a castillos y villas en propiedad de los moros o de los cristianos en España para ofrecérselas al rey y así obtener su perdón.
Consiguió ser el dueño de importantes fortalezas, siendo uno de los personajes más odiados y respetados por su astucia militar, sobre todo por los musulmanes. Geraldo tenía una gran capacidad para el asalto a los castillos ya que tenía una gran pericia y estrategia militar. Apadrinó una nueva forma de hacer la guerra consistente en asaltar los enclaves aprovechando, como dice el profesor Rodríguez Casillas, las noches plenamente oscuras, al amparo de contextos en los que la intemperie y las tormentas hacían de la visibilidad un hecho prácticamente imposible para los defensores de las mismas. Con posterioridad, como señala el profesor C. Gravett, cambió su estrategia y se dedicó a la guerra de asedio, desempeñando un papel vital en la estrategia militar de la época.
El asalto más destacado de Geraldo, y el que le llevó a la perdición, fue el intento de hacerse con Badajoz con el apoyo de las tropas portuguesas; tuvo que unirse el rey Fernando II de León a los almohades para evitar que los portugueses tomasen Badajoz y cortaran la expansión de su reino. Alfonso II de Portugal fue derrotado y además entregó Cáceres al rey leonés. A Geraldo lo hicieron prisionero y tuvo que ceder a Fernando II, para conseguir su libertad, las plazas de Montánchez, Trujillo, Santa Cruz y Monfragüe.
Geraldo se retiró al castillo de Juromenha, una de las pocas posesiones que le quedaron. De sus últimos años de vida hay diversas interpretaciones unos historiadores señalan que su espíritu de aventura le hizo recalar en Ceuta al objeto de tomar la plaza a los almohades para el rey de Portugal, pero fue descubierto y éstos le mataron. Otros, por el contrario, señalan que pasó a servir a los Almohades y al enterarse el rey portugués de la traición y ser descubierto fue apresado y en un intento de fuga le condenaron a muerte y fue decapitado.
Con el paso de los años la leyenda de las hazañas militares de Geraldo fue creciendo dentro de Portugal, convirtiéndole en uno de los personajes de la Edad Media Peninsular más importantes y uno de los nobles que escribieron las páginas de la historia medieval de Extremadura.
En Portugal hay varias estatuas que recuerdan su figura y sus hechos guerreros. La iconografía más destacada en que aparece Geraldo es en el escudo de armas de la ciudad portuguesa de Évora, donde aparece representado a caballo empuñando la espada.
En Geraldo historia y leyenda, ficción y realidad se dan la mano en una época en que las grandes hazañas de los caballeros se plasmaban en los Cantares de Gesta que tanta importancia tuvieron en ese tiempo. Cantares de Gesta cantados o recitados por los juglares que narraban hechos de veracidad histórica mezclados con elementos fantásticos.
Sirvan estas líneas para recordar la figura de un personaje que conquistó Cáceres a los almohades pero sin tener ninguna intención de que pasara a manos del Rey de León y contribuyera al fenómeno histórico que conocemos con el nombre de Reconquista.
FUENTE: CRONISTA S.B.F.
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