POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Con mi peña montañera, cuyo nombre oculto por imperativo verbal, celebré el miércoles el solsticio. Por Pajares, Villamanín (desayuno en Ezequiel), Cármenes y Almuzara (por ahí pasa el Torío, donde me ahogué hacia 1964, en el campamento Ángel del Alcázar) llegué a Getino, de Getino subí a Gete, a los Egidos, a los Cuallones, a orillas del Barraneo, y por la falda del Valdecastro y del Machamedio alcancé el collado de Gete. Al regreso mojé el culo en las termas de Getino y mojé el alma en Casa Amador, que regentan su hijo Carlos y sobre todo Mirta. Oviedo tuvo un Sanatorio Getino, en Asturias esquina Toreno, fundado en 1910 por Antonio Fernández Getino, de Canseco (León), obra de Laguardia; ahí edificó COPSA el actual Edificio Getino, de los arquitectos Somolinos, la primera obra donde trabajé, iniciada en 1975. Quien camina, piensa; quien piensa, recuerda; quien recuerda, desea; quien desea, camina.
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