POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Los 11 de noviembre, por San Martín, la gente de Oviedo se cita en Moreda con la música, la lluvia, la sidra y toda la pesca, unos con montera picona y faja, otras luciendo dengue y saya. Mi grupo había reservado la fabada y el panchón en el Teyka (muy caros y roñosos), pero antes presencié algo insólito en La Bombilla, al lado de La Bombiecha: una fila de mujeres esperaba para entrar al aseo, de una sola taza, mientras los hombres fluíamos de dos en dos, con taza y mingitorio y la velocidad que nos caracteriza en tratándose de aguas menores; entonces, mi amiga Icíar, ante aquella situación desigual, aún más urgente que importante, propuso que los hombres compartiéramos con las mujeres nuestro inodoro, solicitud que todos aceptamos emocionados; de tal manera se entreveró la cola y fluyó que, a mi parecer, esta es la crónica de un pequeño paso atrás del hombre y un gran paso adelante para la humanidad.
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