POR ANTONIO RAMIRO CHICO, CRONISTA OFICIAL DE LA PUEBLA Y VILLA DE GUADALUPE (CÁCERES)
Si por cuna entendemos origen o principio de un hecho o acontecimiento, ciertamente que la Hispanidad como encuentro de dos mundos se gestó en la Puebla y Villa de Guadalupe, bajo la atenta mirada y protección de Nuestra Señora de Guadalupe, como la verdadera Estrella de la Evangelización, como así lo reconoció san Juan Pablo II, el 4 de noviembre de 1982, cuando quiso peregrinar hasta este Santuario Nacional.
Nos permitimos señalar los principales hechos que forjaron esta Cuna de la Hispanidad: Dentro de este concepto tiene la Hispanidad una especial connotación en lo mariano: con aplicaciones concretas a advocaciones de Nuestra Señora, íntimamente relacionadas con los hechos más trascendentes de la presencia de España en América, desde su comienzo hasta nuestros días. Ningún título de María está tan íntimamente unido a los hechos que integran la Hispanidad, que el de Nuestra Señora de Guadalupe y por su indiscutible presencia hispánica, que se fundamenta en derechos históricos que sin desestimar en nada la protección de otras tierras son altamente significativas en España y en el Mundo Hispanoamericano[1].
- Su condición de lugar colombino que actualmente tiene Guadalupe (Cáceres), por las visitas que durante los años 1486-1496, realizó antes y después del descubrimiento, Cristóbal Colón a Nuestra Señora de las Villuercas.
- La firma en Guadalupe, por los Reyes Católicos, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, a 20 de junio de 1492, de Dos Sobrecartas dirigidas a Juan de Peñalosa, contino de la Casa Real, natural de Villanueva de la Serenay capitán de gente de guerra. La primera para Moguer y otras poblaciones y la segunda para los habitantes de Palos, urgiendo en ambas el cumplimiento de las reales provisiones, de 30 de abril de 1492, es decir, el pronto descubrimiento de nuevas tierras.
- El voto hecho en alta mar, el 14 de febrero de 1493, al regreso del primer viaje, como se dice en el Diario de a bordo, de la primera navegación descubridora, en cuyo cumplimiento vino Colón a Guadalupe, como romero para dar gracias a Nuestra Señora, después de entrevistarse en Barcelona con los Reyes Católicos.
- La imposición del nombre Guadalupe a la isla Turuqueira, en las Antillas Menores del Caribe, el 4 de noviembre de 1493, en el segundo viaje, como atestigua el mismo Colón, en una carta escrita en la Española, en enero de 1494, dirigida a los Reyes Católicos.
- El bautizo en el templo de Guadalupe de los indios Cristóbal y Pedro, criados de Cristóbal Colón, el 29 de julio de 1496, que señala este sitio, con documentación oficial, con el primer lugar de cristianización de indios, como ofrenda espiritual a Nuestra Señora de Guadalupe y por tal motivo recibe el sobre nombre de “Pila Bautismal de América”.
- Las íntimas relaciones que durante el tiempo de la incorporación de América a la Coronade España tuvieron en Guadalupe los más insignes conquistadores y muchos colonizadores, pobladores y otros personajes indianos.
- La importancia que Guadalupe tuvo en América como signo de evangelización por medio de misioneros, hermandades y prácticas devocionales.
- Las leyes indianas, cuyo máximo legislador fue el guadalupense Gregorio López, alcalde de la Puebla, jurista y abogado de la Real Chancillería de Granada, oidor regio de la de Valladolid, fiscal del Consejo de Indias (1543-1556), donde destacó como visitador de la Casa de Contratación de Sevilla, elaborando las ordenanzas de la misma y en la fundación de la Real Audiencia de Lima, por todo ello es considerado como el verdadero padre del derecho indiano.
- Los santuarios, ermitas y altares alzados en toda América a Nuestra Señora de Guadalupe de Extremadura, como medio de devoción y expresión de la fama que tenía en todas partes, que todavía pervive en el pueblo
- La abundante toponimia guadalupense en el Nuevo Mundo, prueba la devoción sentida hacia el santuario extremeño.
- Su condición y devoción marinera ha estado siempre muy unida a esta advocación de Guadalupe, a la que los hombres de la mar y navegantes la han sentido como su verdadera Patrona y Estrella, a quien obedece el mar y respetan los vientos, como así lo proclaman los nueve códices de milagros que se conservan en su archivo histórico.
- Los testimonios de estrechas relaciones, devocionales e históricas, del Guadalupe extremeño con el Nuevo Mundo (favores, ofrendas, mandas y otras manifestaciones) recogidas en códices y legajos, en crónicas de Indias, en historias antiguas del monasterio y en otros documentos.
- Su aparición en la Rada de Puntallana (La Gomera), desde donde alumbró como faro de gracia la gesta descubridora en ese ineludible tránsito entre el viejo Mundo y el nuevo, significándose así las islas afortunadas como el verdadero puente o puerta entre las Españas[2].
- El hecho guadalupano del Tepeyac, en México, relacionado, al menos en lo que se refiere al nombre Guadalupe, con el santuario extremeño[3].
En este aspecto, que tanto afecta a Extremadura y en concreto a Nuestra Señora de Guadalupe, nos complacemos en señalar los nombres más destacados de insignes extremeños que, bajo el signo de su fervor guadalupense, llevaron al Nuevo Mundo, la devoción sincera a Nuestra Señora de Guadalupe: Hernán Cortés, Francisco Pizarro, Núñez de Balboa, Pedro Alvarado, Hernando de Soto, Sebastián de Belálcazar y Pedro de Valdivia, entre otros. Junto a estos hombres de acción, otros muchos extremeños, partieron al Nuevo Mundo para evangelizar las nuevas tierras descubiertas, como los Doce Apóstoles de México, que desde el convento de San Francisco de Belvís de Monroy marcharon a Nueva España, o el humilde porquero de Ribera del Fresno, san Juan Macías, que cambio su tierra por dar de comer a los pobres allende de los mares. Especial mención merece también fray Diego de Ocaña, monje de Guadalupe, que recorrió la América andina dejando varias pinturas, obras suyas de Nuestra Señora de Guadalupe, entre las que descuella el cuadro de la catedral de Sucre, enriquecido con infinidad de alhajas y perlas[4].
Son incontables los evangelizadores del Nuevo Mundo vinculados con Guadalupe, que recoge el manuscrito de las Capellanías, Lámparas y Bienhechores, códice 90 del archivo del Monasterio, junto a otros personajes importantes que peregrinaron hasta este Real Santuario para enaltecer a Nuestra Señora de Guadalupe.
Con razón se puede afirmar que la incorporación que recibió América entre 1493 y 1550 fue, en gran parte, obra extremeña y más en concreto guadalupense, pues bajo el nombre de Guadalupe, surgían en las ciudades, templos y altares en honor de la Virgen extremeña.
Fue María, en su advocación universal de Guadalupe, la de Extremadura, la que alentó el descubrimiento, conquista y colonización del Nuevo Mundo, dejando por todo el nuevo continente, especialmente en la América andina, recuerdos en Santuarios, lugares, estatuas y cuadros de su Imagen prodigiosa de Extremadura.
Todas estas relaciones históricas han contribuido a la configuración del título de Reina de las Españas, otorgado a Nuestra Señora de Guadalupe, de Extremadura por el rey y por el cardenal arzobispo de Toledo, Primado de España, en el acto solemne de la Coronación Pontificia y Real de la Imagen, celebrada el 12 de octubre de 1928.
El título de Hispaniarum Regina esculpido en la corona, labrada por Félix Granda con autorización del rey y del primado, no expresa un plural mayestático, cuya traducción sería Reina de España, de por sí bastante importante y significativo, sino Reina de las Españas y de las otras naciones, especialmente del Nuevo Mundo, que habiendo pertenecido a la Corona española, siguen unidos por vínculos de sangre, de religión, costumbres y otros signo de identidad hispánicas.
Desde 1934, sustituido en España y otras naciones hispanoamericanas el título de La Raza, que desde 1910 se daba y todavía se sigue dando en algunos lugares-, al 12 de octubre, como día de la Hispanidad, en lo mariano también se cambió la antigua denominación de Reina de la Raza por la de Reina de la Hispanidad, más conforme y expresiva con el espíritu que la informa.
En los siglos XX y XXI, a través de un largo camino de reivindicaciones, publicaciones frecuentes, jornadas, asambleas, congresos, certámenes y concursos y, sobre todo por los medios de comunicación: radio, prensa y televisión ha dejado bien patente, la afirmación de los derechos históricos que tiene la advocación extremeña de Santa María de Guadalupe, para ser llamada e invocada como Reina de la Hispanidad, que no es otra cosa que una legítima proclamación de su primacía entre las advocaciones marianas con el Nuevo Mundo, igual que su Puebla y Villa de Guadalupe es reconocida como la Cuna de la Hispanidad.
Fiesta de la Hispanidad
El concepto de Hispanidad, como encuentro entre dos mundos, aunque es un término del Español clásico, fue propuesto a finales de los años 20 del siglo pasado por Monseñor Zacarías de Vicarra, sacerdote español, residente en buenos Aires cuando se dirigió al periodista Ramiro de Maeztu, entonces embajador de España en Buenos Aires, por considerar el Día de la Raza, 12 de octubre, poco feliz e impropio. Por este motivo, el propio Ramiro de Maeztu escribiría el 12 de octubre de 1931 que el Día de la Raza, mal titulado, deberá ser nombrado en lo sucesivo el Día de la Hispanidad.
La primera celebración del Día de la Hispanidad se produjo el 12 de octubre de 1935 en la capital de España, aunque dicha fiesta no fue regulada legalmente hasta el 9 de enero de 1958, en plena dictadura del general Francisco Franco, bajo el decreto de la Presidencia de Gobierno, estableciendo que “dada la enorme trascendencia que el 12 de octubre significa para España y todos los pueblos de América Hispana, el 12 de octubre será Fiesta Nacional, bajo el nombre de la Hispanidad.
Aunque la Fiesta de la Raza fue la primera denominación de la Fiesta del día 12 de octubre, conmemoración del descubrimiento de América, por el exministro español Faustino Rodríguez-San Pedro, quien en 1913 como presidente de la Unión Ibero-Americana pretendía que España e Iberoamérica celebraran dicha efeméride como homenaje a la figura del descubridor Cristóbal Colón, al mismo tiempo sirviera para exteriorizar la intimidad espiritual existente entre la Nación descubridora y civilizadora con los nuevos Estados Iberoamericanos.
Dicha Fiesta se celebró por primera vez en 1914 y desde 1917 el Ayuntamiento de Madrid asumió la celebración de la Fiesta de la Raza, que por la ley de Alfonso XIII de 15 de junio de 1918 se transformó en Fiesta Nacional.
El 12 de octubre de 1928, supuso para Guadalupe y Extremadura entera, el mayor reconocimiento de su dimensión hispanoamericana o encuentro entre los pueblos hermanos del Nuevo Mundo, al ser coronada Santa María de Guadalupe, Reina de las Españas, por S.M. Alfonso XIII y por el cardenal, Pedro Segura y Saenz, arzobispo de Toledo, primado de España, legado de Su Santidad Pío XI, sin lugar a dudas el acontecimiento más grandioso que ha vivido la Puebla y Villa de Guadalupe, después de la aparición de la Virgen en estas sierras de las Villuercas[5].
El 1 de octubre de 1987, la Fiesta de la Hispanidad, se declaró según la Ley de 18/1987, de 7 de octubre, Fiesta Nacional de España, a todos los efectos, el día 12 de octubre, tal como explica la propia ley porque “simboliza la efeméride histórica en la que España inicia un periodo de proyección lingüística y cultural más allá de los límites europeos”.
Nadie que esté versado en la historia de las relaciones España-América ignora que a Nuestra Señora de Guadalupe, le corresponde por derecho propio, genuino e intransferible el título de Reina de la Hispanidad. De antiguo le viene esta realidad a la Patrona de Extremadura por la influencia que su advocación tuvo en sus relaciones con América y con los hechos fundamentales que integran el concepto de Hispanidad: descubrimiento, conquista, culturalización y evangelización del Nuevo Mundo[6].
La Fiesta de la Hispanidad, se celebra en Guadalupe desde el 12 de octubre de 1928, momento que fue coronada la Virgen de Guadalupe, como Hispaniarum Regina. Creada la Guardia de Honor de Nuestra Señora de Guadalupe, el 12 de marzo de 1929, organizó una serie de actos culturales y religiosos que conmemoraran, cada año, este gran acontecimiento universal, aunque en un principio se denominó Fiesta de la Raza, ya que el concepto Hispanidad fue acuñado posteriormente[7]. Desde ese momento, los Caballeros de Santa María de Guadalupe han ido dando identidad a este concepto de hispanidad que une a millones de hombres y mujeres bajo una misma cultura, lengua y fe, cuyo mayor símbolo de unidad es, Santa María de Guadalupe, tal como ha reconocido la propia UNESCO, al conceder a su Santuario y Monasterio, el título de Patrimonio de la Humanidad[8].
La Fiesta de la Hispanidad, tiene ante todo un valor cultural, que radica principalmente en el peso histórico que toda Extremadura tuvo, desde el momento que Cristóbal Colón vino a Guadalupe a presentar a los Reyes Católicos su plan descubridor en 1486, aquí en este Santuario Nacional se firmaron las dos sobrecartas reales urgiendo a los marinos de Palos y Moguer entregaran las naves descubridoras al almirante, aquí en 1496 se bautizaron los indios Cristóbal y Pedro y posteriormente conquistadores y evangelizadores extremeños llevaron nuestra cultura y nuestra fe al Nuevo Mundo[9].
La Fiesta de la Hispanidad desde el primer instante de su celebración ha tenido la capacidad de atraer a multitud de visitantes, desde Alfonso XIII, Juan Carlos I y Sofía, los ex –presidentes iberoamericanos, entre otras autoridades nacionales y regionales, pero sobretodo miles de personas que, cada 12 de octubre se reúnen en Guadalupe, para celebrar la universalidad de este vocablo, pueblo y advocación mariana.
La Fiesta de la Hispanidad fue declarada de Interés Turístico de Extremadura, tal como recoge el Decreto 152/1997, de 22 de diciembre, de la Consejería de Medio Ambiente, Urbanismo y Turismo de la Junta de Extremadura por entender que supone un acontecimiento de gran atractivo turístico, susceptible y merecedor de ser calificado como de Interés Turístico de Extremadura[10].
Hay cuna si hay madre, como manifestó hace unos días en la presentación del Año Santo Guadalupense el cardenal Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga y esa Madre tiene un sólo nombre que acunan todos los hispanos, que no es otro que el de GUADALUPE.
Por tal motivo, la Puebla y Villa de Guadalupe, ha sido y está considerada como la Cuna de la Hispanidad por estar fundamentada en los hechos que integran el concepto de Hispanidad: Descubrimiento, conquista, culturización y evangelización del Nuevo Mundo.
[1] GARCÍA, Sebastián, Guadalupe de Extremadura en América. Madrid, 1990
[2] ÁLVAREZ ÁLVAREZ, Arturo, La Virgen de Guadalupe en el Mundo. Culto e imágenes antiguas. Madrid, 2000.
[3] RAMIRO CHICO, Antonio, Museo de la Hispanidad. Sevilla, 2014.
[4] OCAÑA, Fray Diego, ÁLVAREZ, Fray Arturo, Un viaje fascinante por la América Hispana. Madrid, 1969.
[5] RAMIRO CHICO, Antonio, “Nuestra Señora de Guadalupe, de Patrona de Extremadura a Reina de las Españas”, en Advocaciones Marianas de Gloria. San Lorenzo de El Escorial. 2012, pp.495-516.
[6] GARCÍA, Sebastián, Real Monasterio de Guadalupe. Arganda del Rey. 2003, pp.25
[7] CORREA GAMERO, Feliciano, “La dimensión hispánica de Guadalupe y de toda Extremadura”, en Caballeros de Guadalupe, XVII (2006), pp.5-20.
[8] UNESCO., “Evaluación de Guadalupe como Patrimonio de la Humanidad”, en Guadalupe, 726-727 (1994), pp.17-21.
[9] ÁLVAREZ ÁLVAREZ, Arturo, La Virgen de Guadalupe en el Mundo. Culto e imágenes antiguas. Madrid, 2000.
[10] D.O.E. Núm.32: Orden de 6 de marzo de 2007 por la que se declara Fiesta de Interés Turístico de Extremadura la fiesta de “La Hispanidad” en la localidad de Guadalupe, en Guadalupe, 805 (2007), interior de contraportada.
Fuente: http://cronistasdeguadalupe.blogspot.com/