POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Lo mejor que leí acerca de la guerra de trincheras (por antonomasia la Primera Guerra Mundial) fue “Tempestades de acero”, de Jünger, donde es cumbre su capítulo “El bosquecillo 125”, sobrecogedor. Acerca de guerras sin Dios me quedaría con “Kaputt”, de Kurcio Malaparte, y de este cine atrincherado dadme “Senderos de gloria”, de Kubrick, a la que debe tributo “1917”, que vi ayer. “1917”, de Sam Mendes, es una muestra admirable de la narrativa cinematográfica, con un único plano secuencia (“La soga”, de Hitchcock, es más bien teatro, “Birdman”, “La delgada línea roja”, de Malick, con el asalto a una colina…), con un fundido a negro que rompe la línea del tiempo y algunos trucos para que técnicos y protagonistas, un cabo y un soldado desconocidos (a su vez actores desconocidos), cojan resuello en una admirable acción de paz y de amor en pleno horror.
Fuente: https://www.lne.es/