POR JOSÉ MARÍA FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Falleció en Salamanca, su último destino y morada, el jesuita P. Gumersindo Treceño. Tenía 104 años vividos en intensidad de servicio y entrega a la Compañía de Jesús y, a través de ella, a la entrega y servicio a la docencia en el Colegio de la Inmaculada, PP. Jesuítas, de Gijón.
Yo conocí y admiré al P. Treceño en mis años de bachillerato (1951-1957) y después, siendo ambos profesores en el Colegio, desde 1969 hasta ayer, día de su muerte.
Amante de la naturaleza, era incansable «andariego» por los senderos, bosques y montañas de Asturias. Ya mayor, su paseo diario (entre 5 y 7 km) lo realizaba por «el muro de San Lorenzo» en compañía del P. Antonio Pérez, gran teólogo y ameno conversador.
Yo , obligado a pasear, les acompañaba con frecuencia recordando siempre con cariñosa añoranza aquellos tiempos colegiales de la época de la dictadura y de la «dictablanda».
El P. Treceño fue el alma mater de la Asociación de Antiguos Alumnos de «su Colegio»; de «nuestro Colegio».
Sabía y conocía los hechos y dichos, los avatares, las alegrías y desgracias de todos los alumnos que pasaron año tras año por las aulas colegiales. A todos recordaba con amor de padre que luchó por educar a sus hijos.
Gumersindo Treceño S.J. era de Mansilla la Mayor, una comarca leonesa en la zona de Esla-Campos. Tenía el carácter recio y socarrón de «los cazurros», no exento de ironía y siempre repleto de bondad.
Es decir, de nobleza.
El P. Treceño ya está en su destino de cielo. Y desde allí con sus compañeros jesuítas del Colegio (PP. Santos, Gutiérrez, los dos Rivas, Martín, Cifuentes…) estará organizando la Asociación de Antiguos Profesores del Colegio Adjuntos al Padre Eterno.
Gracias, Gumersindo, por tu cariñosa amistad. Gracias P. Treceño por tu ejemplo de fe, de servicio y de humildad.