POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Gustavo Adolfo Fernández tomó posesión de su cargo de cronista oficial de Grado; la Capilla de los Dolores acogió su discurso extraordinario, en realidad un cuento, así lo anunció, en el que de su vida, su obra, sus ilusiones, su familia y su concejo hizo magia. Me conmovió su relato y cobró más interés al confesar que semejante puesto de honor era consecuencia de un fracaso, cuando de chaval fue a Salamanca para ingresar en la Facultad de Bellas Artes, pintó un óleo mal pintado y adiós Salamanca, pinceles adiós. Magistral Gustavo; hice mías sus lágrimas porque me tocó el alma: todos somos fracasados, desterrados, solterones del Arte, melancólicos que, con el vago recuerdo de nuestras alas, perseguimos una Belleza imposible; nos creemos lo que no somos pero fuimos. Sí, en la Capilla de los Dolores contó Gustavo el cuento más triste del mundo.
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