POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA)
En apenas unos días he recibido dos noticias de un amigo que trascienden el ámbito de lo personal, un amigo muy conocido y querido en Ávila que, después de un tiempo duro de recuperación, ha vuelto por sus fueros. Nada del arte abulense se le escapa ni le es indiferente, ni del Mudéjar de La Moraña y la Tierra de Arévalo del que es su máximo conocedor.
A José Luis Gutiérrez Robledo le conocí ya hace unos años, allá con la preparación de aquellos Cursos de Arquitectura Española “El Mudéjar” que abreviando siempre conocimos como “Congresos del Mudéjar”, desde el primer momento como un colaborador ocasional. Pronto surgiría primero la admiración al docto profesor, después también surgiría la amistad y nuevas colaboraciones en las sucesivas ediciones. Aquellos años fueron de una gran actividad en torno al arte mudéjar, a su conocimiento y descubrimiento. Con él conocimos a grandes personalidades del mundo del arte, de la arquitectura, o de la restauración, que se fueron incorporando al extraordinario plantel de ponentes y participantes en aquellos cursos tan importantes para Arévalo, un todo para descubrir, conocer y amar lo nuestro, esa arquitectura tan denostada y despreciada que nos ocasionó tantas pérdidas. Porque no se puede amar aquello que no se conoce.
La complicidad fue creciendo con cada aventura, visita de estudio, o viajes a otros lugares donde con sus sabias explicaciones descubríamos otros tantos saberes… Recuerdo aquel corto espacio de tiempo en que fue mi profesor en la UNED, pero para mi siempre ha sido mi maestro porque me enseñó a ver, mirar y admirar tantas cosas…
Luego llego una aventura editorial cuando cinco amigos decidimos publicar un libro-guía “Arévalo y su Tierra, a la luz de ahora, con mirada de siglos”, el conocido “libro rojo” por su portada y en el que nos regaló un precioso prólogo tan lleno de afecto y amistad hacia los sus “colaboradores” de los congresos del mudéjar, Carlos, Ungría y yo mismo…
En otras muchas más ocasiones hemos coincidido y no siempre momentos agradables, afianzando amistad, de tal forma que cuando le comenté que me nombraban Cronista Oficial de Arévalo y le pedí que interviniera en ese acto tan importante para mí, no lo dudó ni un solo momento y allí estuvo a mi lado, acompañándome, infundiéndome confianza y también dándome consejos de fondo y de última hora… hace unos días ordenando papeles apareció aquella foto del 2003, éramos algo más jóvenes, una imagen que me trajo tantos buenos y entrañables recuerdos de aquellos momentos y me vino a la memoria una frese lapidaria que está en el Ayuntamiento de Toledo, que después he podido ver precisamente en un congreso de Cronistas de España, que me dedicaste y define profundamente el sentir de un Cronista a la hora de relatar hechos: “Nobles, discretos varones, que gobernáis a Toledo, en aquestos escalones despojad las aficiones, codicia, temor y miedo. Por los comunes provechos dejad los particulares pues os hizo Dios pilares de tan riquísimos techos, estad firmes y derechos”, así reza la célebre décima atribuida a Jorge Manrique, dedicada a su pariente y primer corregidor Gómez Manrique, recuerdas José Luis? Aquel fue un gran día entre amigos, como ha sido para ti el de la toma de posesión en El Barco. No hace mucho me comunicó que le nombraban Cronista Oficial de El Barco. Nadie con más merecimientos para ello. Amigo mío, maestro y ya compañero en la crónica, bien saben la alcaldesa y la corporación de El Barco de Ávila a quien han nombrado Cronista… Buenas crónicas auguro maestro.
Bueno pues unos días después me puso un correo para compartir la gran noticia en una frase escueta y lacónica, pero llena de afectos y amistad: “Esta es una noticia para dar a los amigos: esta mañana me han nombrado catedrático de Historia del Arte de la UCM Universidad Complutense de Madrid. A tu disposición” fechada el 13/5/19. Una gran noticia para un hecho de justicia. Mi doble enhorabuena, maestro, amigo y compañero.