POR ANTONIO BOTÍAS SAUS, CRONISTA OFICIAL DE MURCIA
Si usted conoce el paradero de la reja que ilustra estas líneas debería acudir de inmediato a la Guardia Civil para denunciarlo. Salvo que sea el responsable de uno de los mayores destrozos patrimoniales de los últimos años en Murcia. Porque, en ese caso, más le valdría esconderse debajo de los mismos cascotes en los que dejó reducida la semana pasada la entrada a la histórica Torre Guil. Y todo por hacerse con unas decenas de metros de hierro forjado justo cuando, tanto este diario como varios grupos políticos, se interesaban por el estado de ruina de la casa-torre del siglo XVIII.
La Asociación para la Conservación de la Huerta de Murcia (Huermur), tras conocer ayer esta noticia, alertó a la Guardia Civil y a la Policía Nacional del expolio sufrido en la rejería del paseo de entrada. Además, en el intento de frustrar cualquier posible venta, también se dirigieron a las asociaciones y federaciones de recuperación de chatarra de la Región y de Alicante, así como a numerosas chatarrerías de nuestro entorno, «para evitar que esta reja pueda ser vendida o destruida, así como ninguna de sus piezas o partes».
Sergio Pacheco, presidente de Huermur, lamentó ayer este «atentado contra nuestro patrimonio cultural, fruto de la desidia y abandono en que se encuentra uno de los símbolos del paisaje rural de Murcia». Además, Pacheco recordó que, tras la denuncia que la asociación cursó hace unas semanas dentro del Plan PatrimurSOS, por los derrumbes, daños y el estado de abandono de esta construcción protegida por el Plan Urbano de Murcia y por la Ley de Patrimonio Cultural de la Región, «estos hechos muestran el expolio sufrido por la rejería del paseo de entrada. Dicho paseo, que es el acceso desde la carretera de Mazarrón hasta la casona y sus construcciones anexas , contaba con una imponente reja, que ha sido arrancada en uno de sus laterales».
Sobre la rejería, el propio Plan de Ordenación Urbana (PGOU) establece que la protección se extiende al «conjunto que incluye la casa torre, ermita, pilares y paseo de entrada a la finca, y otras instalaciones». Además de añadir que, «por su tamaño, valores arquitectónicos y paisajísticos, podría ser objeto de explotación turística (alojamiento, restaurante)». De momento, por lo visto, solo es objeto de la desidia y el expolio.
En opinión de Pacheco, la situación muestra la inacción y falta de vigilancia del patrimonio cultural, ya que «no han sido detectados ni prevenidos por las administraciones públicas, sino que vuelven a ser fruto de la investigación y el trabajo de los vecinos de la zona, los profesionales de los medios de comunicación, como ha hecho ‘La Verdad’, y las asociaciones».
El aviso a las chatarrerías por parte de Huermur no es baladí. Como ha sucedido en otros casos, en estos locales se podrían haber ofrecido «tanto rejas completas como trozos, ya sea manteniendo su forma o seccionadas para evitar su identificación». Eso sucedió con dos valiosas piezas de bronce del Parque Campillo de Murcia, troceadas y vendidas a una chatarrería en agosto de 2011. Los autores fueron detenidos de inmediato.
Aviso a la Policía Local
Huermur también desveló que esta mañana se dirigirá a la Concejalía de Seguridad, que dirige María Dolores Sánchez, para que aumente la vigilancia en la zona y articule las medidas necesarias que eviten nuevos expolios. Otros grupos municipales también lamentaron ayer el incidente, que consideran uno de los mayores ataques al patrimonio perpetrados en los últimos años.
La edil del PSOE Begoña García Retegui adelantó que presentará al Pleno municipal del próximo lunes «un ruego para que el alcalde se comprometa a fijar plazos de actuación, la forma en qué se recuperará lo destrozado y cómo va a articular mecanismos para que no vuelva a suceder». En su opinión, Torre Guil es «el icono que evidencia una situación que padecen otros muchos monumentos murcianos».
Esta formación política ya alertó en 2013, tras otra publicación de ‘La Verdad’, que el estado del edificio amenazaba ruina. Pero el Ayuntamiento tardó un año y nueve meses en actuar. Por otra parte, la concejal de Ciudadanos, Paqui Pérez, quien visitó la casa solariega hace unos días, aseguró que también han presentado al Pleno otra moción para crear «una comisión de todos los grupos municipales y lograr así impulsar una política común respecto al patrimonio».
El concejal de Cambiemos Murcia, Nacho Tornel, además, lamentó «la falta de aprecio por nuestra riqueza histórica» y apuntó la idea de articular «un plan de ayuda, estudiando antes las compensaciones necesarias, para aquellos propietarios cuya economía no les permita proteger el patrimonio. Tornel señaló la «inoperancia» por parte del equipo de gobierno municipal y recordó «la historia de El Corralazo, que al final acabó derruido». Poco le falta a Torre Guil para que le suceda lo mismo.
Fuente: http://www.laverdad.es/