POR FRANCISCO JOSÉ ROZADA MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE PARRES-ARRIONDAS (ASTURIAS)
En el muy complejo mundo de la cultura asturiana tradicional había un conjunto de creencias que aún hoy nos llaman la atención por su carácter irreal, donde la fantasía da vida a personajes medio divinos, cuyas acciones no encajan en el orden lógico de la naturaleza.
Entre fabulaciones y creencias van entretejiendo un conglomerado de leyendas que -como en tantas otras mitologías- solían cautivar a los asturianos del pasado y, aún hoy, nos parecen historias llenas de encanto.
Qué duda cabe que los mitos forman parte de un fenómeno universal, pues en todas las culturas del mundo se da este fenómeno que llamamos mitología. De esta observación universal se desprende que este tipo de creencias se dieron por igual en las sociedades sencillas como en las de notable nivel cultural; baste volver la vista a la Grecia clásica, de cuya creatividad y desarrollo en tiempos pretéritos nadie dudará; la misma palabra mitología tiene su origen en la lengua griega.
Los dioses y los héroes, el origen del mundo, la naturaleza, sus cultos y rituales, han ejercido hasta hoy una notable influencia sobre el arte, la cultura, la literatura y la civilización occidental en general.
Nuestra mitología reproduce no pocas veces variados aspectos de la vida cotidiana asturiana.
Bien sabemos que en las narraciones sobre mitos hay que olvidarse de la lógica y la coherencia, mientras tratan de explicarnos las cosas del mundo, sus aspectos humanos, las normas que lo rigen, las esferas de los valores y sus explicaciones.
Nosotros tenemos ahora explicaciones científicas para casi todo, pero las civilizaciones anteriores carecían de elementos razonables para entender tantos fenómenos. A pesar de todo, el analfabetismo cultural de nuestros días nos deja a veces perplejos.
¿Cómo se explica que el 20% de los españoles aún crea que el Sol gira alrededor de la Tierra y no al revés? O que los humanos convivieron con los dinosaurios, a pesar de haber 60 millones de años entre ambos grupos.
Cuando un 14% defiende y cree en los horóscopos, algo serio falla en esta sociedad que se cree tan bien formada e informada.
Como la ciencia aún tiene sus límites para explicar muchas cosas, pues ahí entran en juego todavía mitos, creencias y supersticiones.
Le cuesta al hombre -que se dice civilizado- no poder dar sentido a algunas cosas que le rodean y hasta a su propia vida, de forma que pone en juego mitos y leyendas que le proporcionen la ilusión de que ahí se esconde una posible explicación lógica.
Los mitos asturianos de siempre están bastante bien estudiados por escritores como Aurelio del Llano, Jove y Bravo o Constantino Cabal -entre muchos otros- que nos legaron un material riguroso y fuente de gran interés. Parece indubitable que nuestros mitos y los bretones formaron parte de una misma familia, asegurando de esta forma que la raíz celta llegó a Asturias también en este tema.
Desde la diosa de fuentes, manantiales y estanques representada por la Xana (de la diosa latina Diana), hasta el Trasgu, sin olvidarnos del Cuélebre, el Nuberu, el Diañu, la Guaxa, el Busgosu, el Trasgu, el Ventolín y tantos otros repartidos por las diferentes zonas asturianas, nuestra comunidad es de las más ricas de España en estos personajes míticos, administradores del bien y del mal (en ocasiones un mismo personaje -como la Xana- se creía que podían controlar y repartir ambos aspectos, benefactores y malignos).
Otras zonas culturales europeas también comparten este conjunto de personajes fantásticos, cada una según su acervo cultural, heredado de sus antepasados desde siglos pretéritos.
Los mitos nacen, mueren y desaparecen igual que los humanos que los crearon y en los que creyeron. En buena medida el cristianismo los deformó, manipuló y transformó, bien adaptándolos a su nueva identidad de credo, o sencillamente desterrándolos y persiguiéndolos como creencias propias de ficción, superchería, simulación y fraude social. La mitología asturiana goza de bastante buena salud en estos tiempos, y sus figuras tradicionales se difunden generosamente como símbolos artísticos e identificativos que guardan una filiación ancestral con los mitos y leyendas de nuestra tierra.
FUENTE: https://www.facebook.com/franciscojose.rozadamartinez