POR JUAN ANTONIO ALONSO RESALT, CRONISTA OFICIAL DE LA VILLA DE LEGANÉS (MADRID)
Quien le iba a decir a la Reina regente Maria Cristina, esposa de Alfonso XII y madre de un pequeño Rey, Alfonso XIII (bisabuelo de el rey Emérito Juan Carlos” que a pesar de que se había mantenido impasible ante los rumores y amores de su marido, con “la Niña de Leganés” cantante de ópera y soprano Elena Sanz, que firmaría años más tarde un documento, nombrando y reconociendo al pueblo y el ayuntamiento de Leganés como “Ilustrísimo”.
De muchos es conocida la historia de paciencia de la Reina María Cristina, con el Rey y su “esposa-postiza” la cantante Elena Sanz, con la que llegó a tener dos hijos y a la que se le conocía como “la niña de Leganés” por haberse criado y educado en el colegio fundado en Madrid por el Marques de los Valvases, Don Antonio Spinola.
Tenemos un documento firmado por el Ministro de la Gobernación Trinitario Ruiz Capdepón, enviado al alcalde de Leganés, en el que se le comunica que su Majestad la Reina Regente, María Cristina de Augsburgo “en nombre de su majestad el Rey, Alfonso XIII sea a dignado expedir un prueba de mi Real aprecio a la Villa de Leganés por su aumento de la población, su carácter hospitalario y por su progreso de la agricultura”.
Por todo ello “Vengo a conceder a su habitantes y al ayuntamiento para siempre el tratamiento de Ilustrísimo”. Documento fechado en 19 de febrero de 1895 en el Palacio Real de Madrid.
Esta noticia la conocí gracias al informe “Topografía Medica de Leganés 1920-1923” escrita para presentarse al Premio Médico García Roel, de la Real Academia de la Medicina de Madrid por el médico titular de Leganés y militar de carrera, Don Luis Albehille Rodríguez Fito, del que se está preparando un libro sobre su vida y su historia que saldrá a la calle en breve, escrito por mí, como cronista oficial de la Villa y el ingeniero municipal, y técnico municipal Gregorio Pintor Dargel.
Un poco de historia sobre Alfonso XII
El 25 de noviembre de 1885 fallecía de tuberculosis con 27 años el rey Alfonso XII, bisabuelo de Don Juan Carlos, dejando una viuda y embarazada de tres meses, a María Cristina Reina Regente, Crista, con quien se casó en 1879 por la obligación de dar herederos al trono español, ya que, según algunos historiadores, Alfonso no había superado la muerte repentina de su adorada esposa y prima la Reina Maria de las Mercedes de Orleans , un año antes, por fiebres tifoideas.
La Nueva esposa real María Cristina, era rubia y espigada, ni siquiera, se decía le había hecho tilín como mujer a Alfonso XII, ya que al Rey le atraían las “mujeres morenas entraditas en carnes”.
«¿Te ha gustado? Le preguntaron cundo la conoció A mí tampoco. La que está bomba es mi suegra», comentó Alfonso XII a su hombre de confianza, Pepe Osorio, el Marqués de Alcañices (Marqués de Leganés) su secretario y amigo, de regreso de Arcachón, el pueblecito francés donde se citaron para conocerse.
María Cristina de Habsburgo-Lorena, archiduquesa de Austria y princesa de Hungría, nacida en Moravia el 21 de julio de 1858, era hija del archiduque Carlos Fernando de Austria, ahijado del emperador. Muy discreta, culta, de un carácter tan introvertido que incluso algunos historiadores tildan de «autista» y extremadamente religiosa, de ahí el apodo de «doña Virtudes»: Su matrimonio con Alfonso XII celebrado el 29 de noviembre de 1879 en la basílica de la Virgen de Atocha no fue un camino de rosas.
El monarca, tras perder a Mercedes de Montpensier, inició una etapa de frenesí sexual que no contuvo ni con su nueva boda, incluso retomó su antigua relación con la artista soprano Elena Sanz, que era del dominio público. Se comenta que la Reina Isabel II en París regañaba a su hijo por esta relación tan intensa con Elena. “Esa debería haber sido tu verdadera esposa, pero no es así” añadía Isabel.
María Cristina, que estaba enamorada del Rey, mantenía a duras penas la compostura cuando acudía a una representación operística de su rival, Elena Sanz tormento que describió el mismísimo conde de Romanones. «Se necesitaría la pluma de un Stendhal –dijo- para describir el combate silencioso que se libraba en el palco regio. Con ímprobo esfuerzo, la soberana contenía las lágrimas y se mantenía serena e indiferente, como una roca por fuera».
La muerte del monarca Alfonso XII, que se produjo en una etapa en que la pareja regia se había ido acercando, tuvo una consecuencia imprevisible: convirtió a María Cristina en regente de España, cargo que juró en el Congreso de los Diputados el 30 de diciembre de 1879.
Su regencia se prolongó durante 16 años, hasta la mayoría de edad de Alfonso XIII, el ansiado heredero varón que nació tras las infantas Mercedes y Teresa, y al que su padre no llegó a conocer.
La reina María de las Mercedes, primera esposa de Alfonso XII, está enterrada en la actual catedral de la Almudena en Madrid cerca del Palacio Real de Madrid.
Contra pronóstico, María Cristina, que se definió humildemente como «un hilo entre dos reyes», ejerció el poder con suma prudencia, velando ante todo por salvaguardar la joven corona borbónica que había restaurado Alfonso XII tras el fracaso de la primera República.
El pacto de El Pardo propició la alternancia de partidos en el poder, los conservadores de Antonio Cánovas y los liberales de Sagasta, que la regente respetó ciñéndose a su papel constitucional, que establecía la soberanía compartida entre el monarca y las Cortes.
Se promulgaron leyes tan importantes como la del sufragio universal (masculino), la ley de asociaciones, que incluía la libertad sindical y dio origen al movimiento obrero, o el juicio por jurado. En el tramo final, la reina tuvo que enfrentarse a una de las más terribles crisis con la pérdida de las posesiones ultramarinas de Cuba, Filipinas y Puerto Rico tras sangrientas guerras que dejaron un saldo de más de 40.000 muertos y el inicio del independentismo catalán y vasco.
Por fin, el 17 de mayo de 1902, día de su 16 cumpleaños, Alfonso XIII asumió el trono, finalizando así la regencia de María Cristina, que fallecería con 70 años en febrero de 1929.
Tras la ceremonia de su proclamación en el Palacio Real, el nuevo rey Alfonso XIII firmó su primer decreto, donde, agradeciendo a su madre sus años de regencia, «por la fidelidad con que aceptó los ideales de mi padre manteniendo unidos los anhelos del pueblo con los ideales del trono» determinaba que conservara de forma vitalicia «el rango, los honores y las preeminencias de reina consorte reinante».
Cien años después el ayuntamiento de Leganés entregaba en el Palacio de la Zarzuela la Medalla de oro de la ciudad a su biznieto, el Rey Emérito Juan Carlos de Borbón, al que igualmente dedicó una avenida, de las más largas de la ciudad en los varios de Zarzaquemada y el Carrascal.