POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
Lo que había sido un bancal de frondosos naranjos y limoneros regados por el agua de la “contra aceña”, se convirtió en un campo de fútbol, gracias al tesón del alcalde Aurelio Hita Carrillo, el párroco José Muñoz Martínez y el maestro Bienvenido Campoy López.
Para ello hubo que limpiar de piedras todo el solar y, con el esfuerzo de todos, se transformó en campo de fútbol; para satisfacción de todos los jóvenes del pueblo que tenían que ir a las lomas, si querían jugar. El pueblo se puso de gala para inaugurar un recinto deportivo al que se le puso el nombre de campo de fútbol La Glorieta.
Fue una fiesta que paliaba las enormes dificultades en aquella década de los años 40. Se hizo una fiesta. Se contrató la banda de música de Archena. Se engalanó el pueblo y nos vestimos con los mejores atuendos que teníamos. Las autoridades, con su alcalde a la cabeza, emprendieron su marcha desde el Ayuntamiento hasta el campo de fútbol situado enfrente de los árboles grandes. Al llegar allí se disparó una gran traca y las jóvenes de la Sección femenina bailaron una emotiva jota uleana para deleite de todos los asistentes.
A continuación accedieron al centro del terreno de juego, el Alcalde, los capitanes de los equipos de fútbol y la madrina, Luz Tomás Valiente, quien ataviada con un traje regional y portando un ramo de flores, que le entregó el Alcalde, efectuó el saque de honor ante la atronadora ovación de todos los espectadores.
Era el día 8 de octubre de 1944, cuando los futbolistas, perfectamente uniformados, salieron en fila de una casa aledaña al campo de fútbol y saludaron, desde el círculo central del campo, ante una ovación de gala. Posaron para los fotógrafos:
La afición al fútbol fue creciendo y el equipo participó en campeonatos comarcales y regionales, organizados por la Organización de Juventudes Españolas durante unos 10 años hasta que el recinto deportivo fue declarado zona urbanizable.