POR RICARDO GUERRA SANCHO CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE ARÉVALO (ÁVILA)
El pasado día 11 de enero recordamos el 75 aniversario del desastre ferroviario de Arévalo. Una noche fatídica en la historia del ferrocarril y de nuestra ciudad.
Aquella noche era de un frío extraordinario, varios grados bajo cero, y a eso de las 2,25 de la madrugada llegaba a la estación el tren correo nº 21 de Madrid-La Coruña formado por locomotora y diez coches más dos furgones postales, con 16 minutos de retraso sobre su horario y realizó una para más larga de la habitual por una avería detectada en los frenos que fueron revisados. El tiempo de parada fue mayor del estimado. Entretanto el tren expreso nº 1 de Madrid-Hendaya compuesto por locomotora y trece coches, se acercaba a la estación arevalense en la que no tenía prevista parada en Arévalo, la siguiente sería en Medina del Campo. A las 2,45, el expreso entró a gran velocidad en la estación chocando por alcance con la parte trasera del tren correo siendo imposible frenar. En esos momentos sonaron los petardos de aviso colocados sobre los carriles en la señal de entrada que advertían del rebase no autorizado de la misma.
El alcance se produjo por tanto en la misma estación de Arévalo, alcance de trenes que sembró de dolor y desolación aquella noche de enero de 1944. Pronto comenzaron a doblar las campanas a “arrebato”, un toque de fuego o desastre, como entonces aún era habitual. Toda la ciudad se movilizó consternada, aunque aún no eran conscientes de la magnitud del desastre, la entrega fue unánime. Pronto también se habilitaron lugares para acoger a tantos muertos y heridos que iban llegando por todos los medios posibles a la ciudad. Cines, teatros y salones fueron habilitados como hospitales y salas mortuorias.
Todo confirmaba el peor de los presagios y el elevado número de víctimas. El balance oficial minimizó el número: 41 muertos y 78 heridos. La censura prohibió informar sobre el accidente, nunca publicó un listado de víctimas, y apenas unas líneas de una breve crónica en la última página del Diario de Ávila. Tiempo después conoceríamos las escalofriantes fotos que realizó Mayoral, el reportero del diario. En 2010 con motivo de otro accidente se publicó el artículo “Las otras tragedias”. Se habló también de un atentado de los maquis y según otros medios internacionales como el italiano La Stampa, el alemán Teltower Kreisblatt, el portugués Diario de Lisboa y el francés L`Ouest-Ecláir, el número de víctimas ascendió a 96 muertos y más de 100 heridos.
Pero en aquellos precisos momentos de la catástrofe lo primordial fue el atender a los afectados, según los medios de que se disponía. Y el dato que sorprendió, el gran abastecimiento de material que tenían las boticas de la ciudad. Pero sobre todo el esfuerzo y la entrega del pueblo que hizo lo imposible para paliar en lo posible aquello.
Y así fue como poco después, por la actuación de la población entera, por Decreto del 28 de diciembre de 1945, el Gobierno concedió a la ciudad la gran Cruz de Beneficencia con distintivo negro y blanco, y el título de “Muy Humanitaria”, como reza en su escudo. Era ministro de la Gobernación Blas Pérez.
No sería éste el único ni último accidente ferroviario. En 1989 otro siniestro, un talgo de Madrid-Gijón, colisionó con un mercancías produciendo 5 muertos y 44 heridos. Con motivo de este accidente, Renfe entregó a la ciudad una máquina locomotora de vapor el 20 de mayo de 1990, que está colocada en el parque infantil de tráfico, con una inscripción que dice: “Locomotora de vapor cedida por RENFE a la Muy Humanitaria Ciudad de Arévalo en reconocimiento al ejemplar comportamiento mostrado siempre con el ferrocarril. Arévalo 21 mayo 1990”.
Y un tercer accidente el 26 de marzo de 2010, otro alcance de dos mercancías en el que murió un maquinista, accidente muy aparatoso porque los dos mercancías transportaban grandes bobinas de cable de acero de grandes dimensiones.
Un acontecimiento histórico dramático que puso a prueba a esta ciudad.