POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Cuando yo «acosaba» a mis alumnos/as anunciándoles «sin avisar» un posible examen («cambio de impresiones»), solía sorprenderles con alguna «pregunta rara» para que se relajaran un poco y, a la vez, poder yo comprobar cómo relacionaban la Física con su vida diaria.
Por ejemplo: ¿Por qué, después de lavada, se tiende la ropa al sol, bien extendida, y en lugar ventilado?
Pretendía con ello que el alumnado justificara con esta realidad los factores que favorecen la evaporación; superficie libre del líquido, ventilación y aumento de temperatura.
Pues, fíjense ustedes, recuerdo que en cierta ocasión un alumno, hoy catedrático de Universidad, me contestó con este añadido: «Además, la luz ultravioleta del sol es bactericida y contribuye a la desinfección de la ropa».
¡Un fenómeno, un fenómeno!
Antiguamente cuando no había lavadoras, ni detergentes, ni blanqueadores sintéticos, ni secadoras, ni televisiones, ni ¡Sálvame!… el lavado de la ropa y los comentarios de vecinas se solventaban en el río, en los lavaderos comunales, en los praderíos y al sol.
Eso se llamaba HACER LA COLADA, operación frecuentemente semanal o quincenal.
Pero, ¿qué era en realidad HACER LA COLADA?
Les explico.
La lixivación -del latín aqua lixiva, de donde derivan LEJÍA y antaño LIXIVIA – es un proceso físico que consiste en la extracción de sustancias solubles, mediante un disolvente líquido, existentes en un sólido previamente pulverizado.
Las cenizas procedentes de la combustión de maderas, como roble, castaño, etc., contienen carbonatos de sodio y de potasio, sustancias solubles en agua, muy oxidantes y, por tanto, con acción blanqueadora.
Esas disoluciones se las llamó LEJÍAS (aunque actualmente la lejía es otra cosa).
¿Y cómo SE HACÍA LA COLADA?
Para ello eran precisos una TINA o recipiente cilíndrico tipo barril hecho con corteza o tronco de árbol, en el que se contenía la ropa a lavar; un COLADERU, o base circular de piedra con una ranura por la que se eliminaba el líquido de lavado; una tela gruesa o de saco (ARPILLERA), CENIZA de madera, AGUA y un recipiente (PISÖN) para recoger el líquido vertido en la tina.
El proceso seguido era así.
1.- Se colocaba la tina sobre el coladeru y en ella se disponía la ropa sucia, previamente lavada con agua y jabón en el río o en el lavadero comunal.
2.- Se cubría la ropa con arpillera y sobre esta se distribuía la CENIZA.
3.- Se vertían sobre la ceniza, de tres en tres, NUEVE JARRAS DE AGUA en «orden creciente de temperatura» (templada, caliente, rompiendo a hervir, hirviendo) Así lo decía la copla:
Tres calentines / tres calentando,
tres espumientes / tres fervollando
4.- El agua que salía del coladeru se recogía en el pilón y se volvía a repetir el proceso con ella.
5.- Finalmente, ya escurrida la ropa, se tendía al sol en el TENDEDERU o se extendía al sol sobre el verde de una pradera.
¡Oiga! ¿Y el jabón?
Eso se lo contaré en otro momento porque el jabón, como la «lejía» lixivía) eran CASEROS.
Los jabones EL CHIMBO o EL LAGARTO y las Lejías a base de hipoclorito de sodio, que también se elaboraban en los pueblos, son muy modernas.
Por último: ¿Cuándo se hacía la colada?
Lo normal era una vez a la semana o cada 15 días- La ropa sucia se «almacenaba» en un cesto grande … y ¡tira p´alante!, que la lejía de ceniza y la luz UV del sol ya se encargaban de blanquearla y desinfectarla.
¡Qué tiempos aquellos!