POR PEPE MONTESERÍN CORRALES, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (PRINCIPADO DE ASTURIAS).
Hay quien consigue la baja laboral simulando depresión. Se disfraza de deprimido porque no le interesa su trabajo, produce a disgusto y, sin renunciar al sueldo, prefiere otra vida a tono con sus sueños. Proust movilizó a todas sus influencias para lograr empleo en la biblioteca Mazarine, en París, y, una vez dentro, volvió a acudir a sus amistades para obtener la baja médica y dedicarse a lo que le gustaba: escribir. Flaubert también pedía la baja a menudo, por depresión, para no ejercer la abogacía. Y ambos trocarían su postiza languidez por novelas inmortales gestadas en ese tiempo robado a la Seguridad Social. El peligro de este teatro de la postración surge cuando la persona esconde sus anhelos para que nadie la vea contenta, no sea que le den el alta, y termina padeciendo la enfermedad que finge.